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El Ejército y un camino nuevo

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El 31 de julio de 1963 se produce el asalto al Tiro Suizo por una organización terrorista que hace su presentación en sociedad: el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Hace 57 años de este episodio.

Diez años después, el 27 de junio de 1973 tiene lugar la disolución de las Cámaras y el golpe de Estado por las Fuerzas Armadas: hace 47 años. El 1° de marzo de 1985, tras las elecciones realizadas en noviembre de 1984 se reinstala la democracia en el Uruguay y asume la Presidencia de la República el Dr. Julio María Sanguinetti: hace 35 años.

Desde entonces, ha habido tres gobiernos del Partido Colorado, tres gobiernos del FA, uno del Partido Nacional y este gobierno, cuyo presidente pertenece a la vieja colectividad de Oribe, pero llegó al cargo al frente de una coalición republicana. Y no llega a un año.

Cada vez son menos los testigos directos de esos episodios. El paso de los años -con cambio de siglo incluido- es implacable. Pero, las consecuencias siguen golpeando empedernidas a la sociedad. No hay subversión, no hay acciones violentas, no hay represión, no hay violación de los derechos humanos. Pero lo ocurrido en ese largo y cada vez más lejano periodo sigue vigente: las heridas no se curan, no cicatrizan y mucho menos se olvidan. Queda el dolor y la ausencia sin consuelo de los familiares de los desaparecidos y responsabilizan al Ejército por su silencio. El conocimiento de las Actas de los Tribunales de Honor en los últimos tiempos le ha dado al tema un impulso muy fuerte, aunque los militares de hoy no son los que actuaron décadas atrás.

En este panorama aparece un comandante en jefe del Ejército, el Gral. Gerardo Fregossi (57 años) que sacude el tablero militar y político y a su impulso -con el respaldo del presidente Lacalle Pou y el ministro de Defensa Nacional, Javier García- decide una revisión y cambios en los programas de educación militar, sobre todo en el abordaje de la historia de los últimos 60 años, con una “visión amplia, integral, objetiva y plural”. Según explicó a El País el pasado domingo, “a raíz de las Actas salen opiniones adversas sobre las Fuerzas Armadas y sus integrantes. Y los integrantes actuales se sienten muchas veces afectados y reciben agresiones y comentarios negativos sobre sí mismos porque carecen de argumentos fuertes para rebatir”.

El primer paso tuvo lugar días atrás en el Instituto Militar de Estudios Superiores (IMES) y contó con la presencia de mayores, tenientes coroneles, coroneles y generales con una actividad académica. Los panelistas invitados fueron dos excelentes periodistas Nelson Fernández y Leonardo Haberkorn expertos en “historia reciente”, el politólogo Ignacio Zuasnabar, el historiador y Mayor retirado Marcelo Díaz, con un título en la Facultad de Humanidades, y la licenciada en Sociología Silvina Brun que actuó como moderadora.

No hubo aplausos para los panelista, pero sí preguntas en cantidad. El diálogo quedó planteado.

No hay subversión, no hay acciones violentas, no hay represión, no hay violación de los derechos humanos. Pero lo ocurrido en el pasado sigue vigente: las heridas no se curan y al Ejército se le mira con recelo.

El ministro Javier García por su parte destacó que “el proceso que se inicia será un aporte a la unidad de los uruguayos, comprendiendo que es posible construir la paz sobre el encuentro de coincidencias, el respeto en las diferencias y la convicción que estas generaciones tienen luces propias y no tienen que cargar con mochilas del pasado. El Ejército es una institución fundacional de la patria, integrado por mujeres y hombres respetuosos de uniforme y por ello respetuosos de la Constitución y la ley y formados en la República y para la República. El nuestro es un Ejército jugado desde sus mandos al más humilde de sus soldados a proteger y respetar los derechos humanos, valor y ética fundamental”.

No sabemos qué suerte correrá este proyecto y si el Ejército, con sus nuevas generaciones, logrará sacudirse la pesada mochila del pasado. En el ámbito militar hay sectores -sobre todo de retirados- que rechazan la propuesta de Fregossi. Siguen abrazados a la generación de 1973 o piensan que la línea de Fernández Huidobro sigue intacta. Pero afortunadamente hay datos más optimistas: el 86% de los oficiales que participaron en la jornada del IMES consideró como positivo lle- var adelante este camino. Y son oficiales que ya han pasado la mitad de su carrera y son los que se preparan para dirigir al Ejército.

Lo que sí tenemos claro es que Uruguay necesita dejar de estar mirando una y otra vez el pasado, para seguir adelante. Hace demasiados años que lo estamos haciendo. Que se recorran todos los caminos posibles en la tarea de sanar heridas, atenuar el dolor y mirar el futuro. Que las nuevas generaciones no lleguen cargadas de una pesada mochila ajena.

Si seguimos haciendo lo mismo que todos estos años, vamos a obtener los mismos resultados: nada.

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