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La educación y los niños "narcos"

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El caos en la enseñanza es total. Pocas veces se vio un panorama tan desolador de impotencia, incapacidad y falta de autoridad de un gobierno para marcar el rumbo en una asignatura fundamental y básica que debe tener cualquier país.

Se ha condenado a toda una generación —estamos hablando por ahora de 10 años pero que pronto van a ser 15— de niños y jóvenes a buscar una vida digna sin mínimos conocimientos. Con dificultades para leer y escribir y que en materia de números las sumas y restas se les acaban con los dedos de las manos. Es criminal, pero no les remuerde la conciencia ni se muestran arrepentidos; mucho menos se comprometen y buscan caminos para que el estigma social que generan sus falencias, encuentre una solución.

Será la generación perdida del Frente Amplio, ese partido que irrumpió con banderas reivindicativas de igualdad, equidad y justicia social y se ha transformado en el verdugo de los que menos tienen: les ha cercenado hasta la esperanza de aspirar a una vida mejor.

Sin conocimientos mínimos, los jóvenes tienen pocas opciones para elegir: un trabajo de poca calidad y escasa remuneración o un camino que termina en la reclusión en el INAU primero y en el Comcar después.

Un informe de la Junta Nacional de Drogas (JND) de hará dos años (¿habrá cambiado algo? ¿Para bien o para mal?) y que recogiera en su momento "Búsqueda" (y el diario "El Mundo" de España entre otros), cuenta que los niños uruguayos juegan a ser narcos. "Para ellos es algo tan natural, que asusta", explica una docente de Casavalle. "Ese escenario es el único que conocen". La JND realizó un estudio sobre "la problemática del consumo de drogas en siete barrios de Montevideo: Flor de Maroñas, La Teja, Cerro, Colón, Casavalle, Malvín Norte, Lavalleja; y uno de Canelones: Vista Linda". Son zonas que presentan una "vulnerabilidad social importante", producto del desempleo, la cantidad de hogares bajo la línea de pobreza y el alto abandono estudiantil.

Y bien, esos niños que hoy juegan a ser narcos, ¿qué serán mañana? ¿Quién les enseña, les muestra y los capacita para que puedan aspirar a otra vida distinta a la que han aprendido en sus barrios y de sus mayores? Sin educación, imposible. Y educación no tienen porque ella no existe ni existirá en los próximos años en el Uruguay. "Hoy hay una masa de desocupados sin esperanza alguna —dice el informe de la JND— de encontrar trabajo en un mercado de oportunidades selectivo y restrictivo".

Este es el gran legado del Frente Amplio al país. Pero dentro de ese partido, hay quienes tienen mayores responsabilidades: los que han ocupado la Presidencia de la República, aquellos en los cuales el pueblo uruguayo depositó directamente su confianza para tener una sociedad más justa y mejor. La traición viene de arriba.

Qué fácil es en una campaña electoral minimizar los problemas, como hizo Tabaré Vázquez allá por enero del 2014: "Es uno de los temas que, según la derecha, pueden complicar al Frente Amplio. Si esa es la apuesta, se equivocó la paloma". O al asumir José Mujica el cargo, reclamar por "educación, educación y otra vez educación", para después no hacer nada. Pero como lamentablemente, la paloma no se equivocó y "como te digo una cosa te digo la otra", lo cierto es que el panorama en esa materia es de espanto.

Ni siquiera sabemos quién manda, aunque sí sabemos quién no manda. El Presidente de la República, elegido con el voto popular del 50% de los uruguayos, no manda. Decretó una esencialidad, pocos días después metió la marcha atrás y nunca más se habló de alguna medida que asegurara a los niños y jóvenes un mínimo de días de clase que les permitiera aprender algo. La emprendió contra los actores de su gobierno que no bajaban los brazos, se resistían a aceptar la parálisis de los cambios y protestaban por el quietismo.

Mandó un mensaje de resignación. Ya se perdieron 10 años desde que el FA llegó al gobierno y promovió la ley de Educación que hoy rige, que entregó mansamente el gobierno de la enseñanza a las corporaciones y hoy lo sepulta estigmatizado. Todavía quedan cinco años más. Toda una generación y más, perdidas. Lo que no impide decir al presidente de la Federación Nacional de Profesores que "los sindicalistas quedamos rehenes de un juego político y macabro entre el gobierno y la oposición".

Como se ve, de alumnos y estudiantes nada. Nadie habla de ellos. Parece que no importan y los números son concluyentes: 27 días de paro en los liceos y 18 para los escolares. Por ahora.

editorial

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