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Un día cargado de historia

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El 23 de junio de 2016 quedará marcado en la historia por haber sido un día en el cual sucedieron tres hechos históricos de interés internacional. En Gran Bretaña el referéndum sobre su permanencia o abandono de la Unión Europea.

En lo tocante a Latinoamérica, la firma del acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC en su primer etapa y en la sede de la OEA en Washington, la realización de la Asamblea General para tratar la situación de Venezuela y la posibilidad de aplicarle la Carta Democrática.

La tiranía del espacio, obliga a que en este editorial, solo se haga una primera aproximación respecto de estos tres acontecimientos trascendentes. Si empezamos por nuestro continente, ha sido un paso importante que la Organización de Estados Americanos encabezada por su secretario general, Luis Almagro, haya dejado atrás la anomia a la que la había llevado su predecesor Insulza. La mayoritaria votación de los países miembros permitió que se diera a conocer el detallado y escalofriante informe redactado por Almagro, sobre el país de Bolívar.

La contundencia de su contenido debería haber sido suficiente para que se votara afirmativamente la aplicación de la Carta Democrática a este país donde no se cumple con los principios democráticos. Como ya lo hemos dicho más de una vez, el mero acto eleccionario no alcanza si luego se violan impunemente todas las otras garantías republicanas. Sin embargo, es lamentable constatar como la ambición personal de la canciller argentina por alcanzar el primer sitial en la ONU, no solo cambió la posición anunciada previamente por el presidente Macri, sino que contribuyó a sumar a los compañeros movidos ya sea por intereses bilaterales con Venezuela, así como a los amigos ideológicos, esos que dominan en el gobierno uruguayo, aparte de otros populismos de la zona: Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Detrás del argumento del apoyo al diálogo como única medida, se fortaleció a Maduro gracias a esa cínica ambigüedad, sordos y ciegos ante sus atropellos de toda índole a la población.

La imagen de un sonriente presidente Santos, rodeado por el actual representante de la dinástica dictadura cubana, Raúl Castro y por el dirigente de las FARC —conocido por el rusófilo apodo de Timoshenko— la sangrienta guerrilla colombiana causante de más de 220.000 muertos, 45.000 desaparecidos y unos 7 millones de desplazados, recorrió el mundo. Se comprende su satisfacción si se piensa que Santos está a punto de ingresar a la historia como el mandatario que terminó con 50 años de lucha con la guerrilla, siendo el alto al fuego firmado el primer paso de las negociaciones que aún quedan por delante.

Esto no impide que se mantengan grandes interrogantes, como ser la simbiosis entre el negocio del narcotráfico y el accionar guerrillero, junto a las dudas sobre cuan verdadera será la entrega de las armas, por más monumentos que se hagan con ellas, a la vez que a buena parte de la población le resulte inaceptable que puedan convertirse en un partido político, como si no tuvieran detrás suyo un terrible pasado criminal.

Es cierto que los colombianos ansían fervientemente la paz y poder dejar atrás el miedo y la violencia, pero también lo es que el número de integrantes de las FARC fue mermando constantemente a partir de la presidencia de Uribe, cuando los debilitaron eficazmente. No es de extrañar entonces, que finalmente hayan transado en negociar. A su vez, todavía falta acordar con la guerrilla guevarista ELN y quedan bandas delictivas remanentes de los paramilitares desmovilizados hace diez años.

El triunfo del "brexit", la salida de Gran Bretaña de la UE, es un golpe tremendo a la estabilidad europea y al equilibrio geopolítico occidental, que tendrá repercusiones a nivel global. Así como ha dejado muy satisfechos a los partidarios del "out", los antisistema como el eurofóbico Neil Farrage y los habitantes de condados y circunscripciones del interior de Inglaterra, donde fue mayoritario el voto por la salida, también ha complacido a ciertos personajes, como Putin, a quien una Europa menos fuerte, no le molesta en absoluto. La depreciación de la libra fue inmediata y cayeron las bolsas del mundo. Nada peor que la incertidumbre, para la actividad económica, que ponga más nerviosos a los empresarios y nada menos aconsejable en una situación como la actual, de alto desempleo y visos recesivos. El "cisne negro" del joven Cameron, irónicamente recién reelecto, fueron el diluvio y las inundaciones en Londres. Pero también pesó el rechazo a la propuesta de reforma social y la xenofobia. El voto "in" mayoritario en Escocia, levanta el fantasma de la disolución y podría ser el comienzo de un peligroso dominó.

EDITORIAL

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