EDITORIAL
Suba de tarifas y aumento de impuestos fue la tónica del año que pasó, como lo fue también en 2016, en 2015, y que será una de las pesadillas del 2018. Lo que también aumentó fue el monto de la deuda externa y el número de concordatos.
Estamos trabajando fuertemente en el tema tarifas para ver si podemos, definitivamente, como deseamos realmente, bajar el costo de las tarifas, no solo para la gente en general, sino también para ir ayudando a nuestra producción, a nuestras empresas, para que mejore su competitividad. El gobierno ya está actuando sobre las tarifas, y ya estamos rebajando las tarifas, esperamos hacerlo más extendidamente y con mayor profundidad".
Esto decía el presidente Tabaré Vázquez a Subrayado en Nueva York, allá por septiembre; tres meses después, y ahora en Uruguay, el gobierno anunció un nuevo aumento de las tarifas para seguir tapando un gasto público que no decrece y mantiene inconmovible el déficit fiscal aunque se sumen mayores impuestos y más subas en los servicios (monopólicos) del Estado. Más vale que no sigan "trabajando" tan fuerte porque este incumplimiento de palabra se suma al realizado en la campaña electoral y termina por afectar la credibilidad del Presidente de la República.
Cada vez es más asfixiante el cerco sobre el contribuyente, sobre todo a empresas y comercios —ya a esta altura el tamaño importa poco— que a la hora de ajustar su presupuesto para sobrevivir se encuentran con que la única opción es recortar la plantilla de trabajadores o sus salarios o ambas cosas, en un esfuerzo para no bajar la cortina. Un informe de la Liga de Defensa Comercial señala que 112 empresas se presentaron este año a concurso: un 47% más que el año pasado y solo superado por el 2002, el annus horribilis de la crisis que trajo aparejado, entre otras cosas, el triunfo electoral del Frente Amplio.
El gobierno directamente no encuentra salida porque no quiere reducir el gasto del Estado que financia su clientelismo. Como siempre sucede, el déficit se cubre emitiendo deuda y la deuda la pagamos todos. La deuda externa de Uruguay creció hasta los US$ 36.000 millones de dólares (cada uruguayo debe diez mil dólares), algo así como el 63% de su producto bruto. Y solo por intereses (sin incluir amortizaciones) se pagan unos US$ 1.600 millones por año. Dos veces el agujero de Ancap.
La única posibilidad de dar vuelta la taba —por lo menos en materia de grandes números— y lograr un respiro transitorio viene por el lado de la inversión extranjera. Para ella, todo: un ferrocarril, una terminal portuaria y hasta un nuevo estatuto sindical. Está bien, bienvenida UPM. El problema es que esa llegada y ese trato solo servirán siempre y cuando los que pagan (los que no tiene nada de eso y financian al Estado) sobrevivan.
El déficit fiscal fue uno de los grandes temas de 2017, como antes lo fue en 2016 y antes en 2015. No se ha avanzado nada y tampoco se les cae una idea, por lo que va a seguir siendo una pesadilla en 2018. Con todo, el año que se va pasará a la historia por el escándalo y la posterior renuncia a su cargo del vicepresidente de la República, Raúl Sendic.
Fue el final de un largo proceso donde el Frente Amplio y el mismo gobierno, sobre todo el presidente Vázquez, cerraron filas para defenderlo. Los hechos, las irregularidades y las pruebas los superaron. Ya no fue solo su responsabilidad en el pufo de Ancap, ni su título de licenciado falso defendido con la mentira (no solo de él), sino que se agravó con el uso y abuso de la tarjeta corporativa.
La comisión de ética del FA consideró que había incurrido en "responsabilidad ética y política", "incumplimiento reiterado de normas de control" y que "no deja dudas de un modo de proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos". En tanto para la Junta Anticorrupción, las actuaciones de Sendic "constituyen violaciones de las normas vigentes en materia de administración de fondos públicos en lo referente a Probidad". Pese a ello, Sendic no recibió ninguna sanción por parte de su fuerza política, solo aplausos del Plenario. El mismo Plenario que un año antes, cuando estalló el tema de su título, asumió pletórico de soberbia su defensa y denunció la existencia de "una campaña de la oposición y de diferentes medios de comunicación destinada a menoscabar la imagen y credibilidad tanto de integrantes de nuestro gobierno como de debilitar la estabilidad democrática del país". Nunca pidieron disculpas por mentir.
Sendic se fue por "motivos personales" según su carta renuncia. Solo eso.
Muchas otras cosas quedaron en el tintero de este 2017 que se va. La esperanza es que haya cambios y esos cambios sean para bien.
PD. Muy feliz año, que el 2018 sea bien amigo y que el campeonato mundial de Rusia nos permita festejar a todos los uruguayos.