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Crisis en el transporte

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El país tiene muchos problemas. Pero hay uno que no suele aparecer en los titulares, salvo por episodios aislados, y que resulta trascendente para el desarrollo nacional.

Que deja en evidencia la falta de un proyecto inteligente y global que lo enfrente, lo nefasto de las influencias y presiones de ciertos sectores muy cercanos al poder actual, y el desperdicio que fueron los cinco años de gobierno de José Mujica. Hablamos de la crisis que enfrenta el transporte en todas sus ramas.

Ayer se supo que el proyecto Alas Uruguay está con serios problemas financieros, y que aspira a que el gobierno le otorgue otros seis millones de dólares para poder seguir funcionando. Esto se sumaría a los 15 millones ya volcados por la sociedad Uruguay a esta cooperativa de exfuncionarios de Pluna, y a la cifra todavía sin aclarar por concepto de seguros de paro privilegiados que recibieron estos trabajadores.

No entraremos aquí a analizar la viabilidad ni la pertinencia de este proyecto que pagamos todos los contribuyentes, incluso quienes pagan IVA cuando adquieren artículos de primera necesidad. Pero ¿hubo en algún momento un plan nacional de transporte del cual este emperramiento fuera parte? ¿Alguien se puso a pensar antes de darle toda esa plata a esta cooperativa si el proyecto se ajustaba a las necesidades macro del país en un tema tan delicado como el transporte?

Otro tema que explotó esta semana es la crisis de la cooperativa de buses montevideana Raincoop. La crisis financiera de esta empresa viene de larga data, y tiene tantas explicaciones como analistas del tema hay en plaza. Pero más allá de su problema puntual, se trata de un síntoma más del grave problema del transporte público en la capital del país, donde una empresa concentra cada vez más porción del mercado, donde el servicio en general es malo, caro, impuntual, con vehículos desproporcionados para la escala de la ciudad y que contaminan de manera chocante. Esto ocurre con un sistema de transporte del que las propias autoridades municipales afirman que está hiperregulado y, además, subsidiado por los contribuyentes montevideanos hasta límites irrisorios. De paso, vale señalar que el hombre fuerte de la empresa que cada vez concentra más porción del mercado, de pura casualidad, es el hombre más cercano al actual presidente Vázquez. Quien, también de pura casualidad, fue el que inició la política de subsidio a los boletos de buses. ¿Hay alguna estrategia pública atrás de todo este fenómeno? ¿Hay alguien pensando en cómo debería ser el transporte de pasajeros en la capital del país dentro de 20 años? ¿Alguien estudió si estos millonarios subsidios benefician a todos los contribuyentes o solo a algunas empresas específicas?

Una tercera noticia apareció esta semana en la prensa, vinculada al transporte. Fue el anuncio de que el gobierno resolvió hacer dos "paquetes" de obras en rutas mediante la modalidad de Participación Público-Privada (PPP) tras encontrar que de esa manera se "ahorraba" hasta US$ 71 millones. Chocolate por la noticia. Cualquiera con un poco de entendimiento en estos temas, sabe que el costo y los tiempos de cualquier emprendimiento realizado en el esquema privado es mucho más beneficioso que en el público. La gran pregunta es por qué si la gran mayoría de las rutas nacionales están a la miseria, y la ley de PPP se votó a principios del gobierno pasado, recién ahora se están haciendo estos estudios.

¿No había consciencia en el Estado del mal estado de las rutas? ¿No hubo tiempo en los pasados cinco años de acelerar estos procesos de recuperación vial? ¿Hay un plan sobre qué tipo de carreteras va a precisar el país dentro de 20 años y cómo se van a financiar? Es más, ¿hubo algún plan acerca de cómo debería ser la forma de transporte de personas y cargas en el país para que este sea más económico, práctico y competitivo?

La respuesta es que no. Vivimos en un país donde un día se anuncia la recuperación del ferrocarril, y a los 15 días se echa todo para atrás. Vivimos en un país donde el presidente se despierta cruzado y ordena que los taxis no lleven más dinero. Donde otro presidente tiene cola de paja por cerrar una aerolínea, y entonces le entrega 15 millones de dólares a unos muchachos amigos para que tengan un emprendimiento propio. Donde el transporte en la capital es un caos, pero el Estado deriva millones hacia empresas que prestan un servicio deficiente. Todo esto pese a que llevamos más de 10 años de gestión nacional en manos de un partido que se dice "de izquierda" y que habla todo el día de regulación y de la importancia de la planificación pública.

Es el mundo del revés.

EDITORIAL

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