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Crisis endémica en la red vial

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EDITORIAL

Tres gobiernos frenteamplistas fracasaron en la tarea de dotar al país de una infraestructura vial adecuada a pesar de las promesas y anuncios hechos en tal sentido.

Después de casi una década y media de gobiernos frenteamplistas, las carencias en materia de infraestructura vial del Uruguay son alarmantes. Tan es así que en su segundo gobierno el propio Tabaré Vázquez declaró que el país estaba en "emergencia vial". Para salir de ella prometió realizar una inversión en ese rubro de 2.360 millones de dólares, la mayor en la historia del país. Con suer- te y viento a favor la inversión en este quinquenio podría superar apenas la mitad de esa cifra, lo que delata no solo el incumplimiento de esa solemne promesa sino la incapacidad realizadora del gobierno.

La mayor parte de las culpas recaen directamente en el ministerio de Transporte y Obras Públicas cuyo titular (en dos períodos, 2005-2010 y 2015-2020), Víctor Rossi, se movió por lo general entre los anuncios de nuevas obras y las excusas por no ejecutarlas. Por poner un solo ejemplo, la Dirección Nacional de Vialidad, dependiente de ese ministerio, incumplió el plan presentado en el presupuesto para 2016 en un 87% según datos brindados por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Para ese año el incumplimiento en la Dirección de Transporte fue del 72%.

"No pudimos mover ni una carretilla", declaró Rossi al referirse a las obras concretadas a través del sistema de participación público privada (PPP) en el cual se cifraban grandes esperanzas. El plan presidencial se basaba en que dos tercios de las inversiones prometidas provinieran del sector público y el resto del sector privado, pero como es sabido las normas del PPP no son atractivas para los particulares. A mitad del período Rossi había admitido que el ritmo de la inversión no era el esperado debido a la lentitud de los trámites burocráticos, a carencias del propio ministerio y de otras instituciones estatales que tienen participación en el tema.

Fue entonces que el ministro anunció que el 2017 sería un "volcán" de obras viales, lo que estuvo lejos de cumplirse. El "volcán" hizo erupción al propulsar el inicio de obras cuya concreción está todavía por verse. Es cierto que el rezago vial no se arregla fácilmente dada la ineficacia de los dos primeros gobiernos frenteamplistas. Por más que se diga que el desarrollo de la agricultura y el auge de la forestación multiplicaron el tráfico pesado es evidente que mejorar rutas y caminos nunca estuvo entre las prioridades oficiales y que el "espacio fiscal", tan mentado por Danilo Astori, se empleó en otros rubros, entre ellos pagar los sueldos de 50.000 empleados públicos más.

En el Parlamento, ante el ministro Rossi, el diputado del Partido Nacional Juan José Olaizola estimó recientemente que la inversión faltante oscila entre los 2.000 y los 2.500 millones de dólares. Por lo visto, de nada sirvió una década de bonanza inusitada en donde la izquierda gobernante recaudó lo suficiente como para mantener y mejorar la red vial. No lo hizo en perjuicio de la producción del agro, asunto que fue planteado en la mayoría de los Consejos de Ministros organizados por Vázquez en localidades del interior. En alguno de ellos, en Santa Clara de Olimar por ejemplo, los asistentes denunciaron que, en una acción con fines cosméticos, un día antes de la visita presidencial se habían tapado los pozos principales en las vías de acceso.

Entre las inquietudes de los productores rurales estuvo siempre el pobre estado de la red vial, como así lo reiteraron. Aunque esa no es la reivindicación principal del movimiento "Un Solo Uruguay" es causa de una parte del justificado descontento de ese sector con el gobierno. De este modo, el Frente Amplio vuelve a decepcionar a quienes creyeron que cumpliría con las promesas formuladas en la última campaña electoral, en la cual aseguraron en su programa que en caso de ganar dotarían al país de las "capacidades infraestructurales necesarias para que estas no sean un cuello de botella sino un motor de impulso".

En algún momento, en particular bajo el gobierno de José Mujica, se centraron las esperanzas en una recuperación del sistema ferroviario. Se anunciaron grandes proyectos y el interés de empresas ferroviarias tan variadas como las procedentes de China y del País Vasco. Nada de eso se concretó a pesar de los anuncios de Mujica, que terminaron siendo pura cháchara.

La revitalización de AFE sigue siendo una tarea pendiente como lo marcaron los directivos de UPM el negociar la construcción de una nueva planta de celulosa. Si el país no les asegura que tendrán los medios para sacar su producción al exterior, desistirán de su empeño.

Así de mal están las cosas en la infraestructura del país.

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