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Credisol paga

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Así respondía un viejo sonsonete publicitario a la pregunta de “¿Quién paga?”. El dicho se hizo tan famoso, que cada vez que alguien cuestionaba un gasto estatal injustificado, la respuesta de "Credisol paga" marcaba la ironía de que en realidad, íbamos a terminar pagándolo todos.

El recuerdo viene a cuento de lo que está pasando ahora con la señal TV Ciudad, de la Intendencia de Montevideo.

Es un canal de televisión que ejecuta un presupuesto de cinco millones y medio de dólares, lo que no sería un pecado en sí mismo, si lo que se devolviera con esa inversión fuera un servicio informativo y cultural de calidad para la población montevideana. En una época ya lejana, directores como Walter Bagnasco y José María Ciganda, implementaban una programación que divulgaba en forma prioritaria la oferta cultural. Allí encontraban espacio la gente de teatro, danza, música, literatura y artes visuales, brindándose el canal como una ventana jerarquizada donde pudieran exponer puntos de vista, amplios y plurales.

Las cosas han cambiado mucho y para mal. Hoy son los mismos frenteamplistas quienes observan estupefactos una programación donde se privilegia el proselitismo político-partidario a la promoción cultural.

Entrevistado por Ramiro Pisabarro y Nicolás Tabárez de El Observador, el ex director general de TV Ciudad Federico Dalmaud formuló acusaciones gravísimas sobre la actual administración. Renunció dos semanas después de que asumiera la ingeniera Cosse al frente de la IM, a raíz de que empezó a recibir “directivas que venían como órdenes”, del tipo de “hay que hacer tal cosa, poner esto, sacar lo otro”. “Eran directivas de programación desde la intendencia", señala Dalmaud. “No funciona así. Un canal de televisión pública -o el modelo al que aspiro- es independiente".

También califica el despropósito de haber invertido una abultada suma (que se dice ronda entre los 350 mil y los 500 mil dólares) en adquirir los derechos de difusión de partidos de básquetbol estadounidense. "La NBA en TV Ciudad es como poner un semáforo en una calle donde no pasan autos”, dice Dalmaud, en elocuente comparación. No solo no lo justifica el bajo rating alcanzado por esas emisiones; tampoco aportan un valor intangible desde el punto de vista social y cultural, que justifique que allí se destinen los dineros del contribuyente.

Pero por si poco faltara para alarmarse con este uso indebido de recursos públicos, ayer trascendió lo que muchos ya sospechábamos: que la injerencia política sobre el canal ha llegado también a la línea editorial de su programa La letra chica. Desde que arrancó, fue más que claro que se trataba de un periodístico escasamente objetivo, donde los contenidos se elegían en función de llevar agua al molino del FA, en los más variados temas. Pero cuando llegaron al extremo de publicitar el programa en Twitter con el hashtag #YoFirmo y #NoAlaLUC... ahí ya sobrepasaron todos los límites. Hasta los más radicales partidarios del Frente Amplio salieron al cruce de quienes defendían ese infeliz aviso. El argumento era claro: si lo que hizo TV Ciudad lo hacía TNU a favor de la Ley de Urgencia, había una cola pidiendo la renuncia inmediata de Gerardo Sotelo y cuestionando desde el presidente Lacalle para abajo. Y es verdad, el política no vale todo.

Ayer, fuentes del canal declararon a nuestra página Tvshow que allí se han generado tensiones internas. “Algunos de los conductores han hecho saber su molestia por incidencias en la línea editorial de parte de las autoridades de la Intendencia, que buscarían hacer predominar sus enfoques en los temas partidarios”.

Esta intromisión política se está realizando con los impuestos que pagamos todos, tanto los frenteamplistas como los blancos, colorados, cabildantes e independientes.

La revelación es sorprendente si se la confronta con antecedentes muy recientes. Algunos de esos mismos conductores, hasta hace poco tiempo, se ufanaban de que La letra chica era un programa “de izquierda”, llegando al extremo de responder a las críticas con inusual soberbia: “cuando ganen ustedes, hagan el canal que quieran”. Como si una señal pública financiada con los recursos de todos los uruguayos pudiera ser el coto de caza del partido inquilino del poder. ¡Hasta qué punto habrá llegado la injerencia proselitista para que esos mismos conductores ahora reclamen independencia editorial!

El hecho podría ser meramente anecdótico, si no fuera porque esa intromisión política se está realizando con los impuestos que pagamos todos, tanto los frenteamplistas como los blancos, colorados, cabildantes e independientes.

Porque es así: ojalá que quien pagara fuera “Credisol”...

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