Publicidad

Comercio, oráculos y modestia

Compartir esta noticia

Cuando los bienes no pueden cruzar las fronteras, lo hacen los soldados". La frase del pensador liberal francés Frederic Bastiat, habla sobre la importancia del comercio no solo para el desarrollo de las naciones, sino para el mantenimiento de la paz.

Está claro que Bastiat, como casi ningún pensador liberal, tiene presencia destacada en la biblioteca de la academia ni de los sindicatos uruguayos. La visita del presidente Vázquez a China, y la firma de documentos tendientes a concretar un TLC en un plazo de dos años, ha generado reacciones tan llamativas como desconfiadas.

Empecemos por los sindicatos. Sorpresivamente, la numerosa delegación de gremialistas que acompañó a Vázquez se ha mostrado por una vez de acuerdo con un tratado de libre comercio. Tal vez las banderas rojas, la hoz y el martillo, y la retórica maoista que formalmente mantiene el gobierno de aquel país, tocaron alguna fibra sensible de nuestros aguerridos dirigentes gremiales, que expresaron su acuerdo con la negociación.

Esto pese a que las normas laborales, el nivel salarial, la protección de los derechos sindicales en China, está mil años detrás de lo que ocurre, por ejemplo, en EE.UU. O sea, con Obama no se puede negociar porque sería una traición a los principios del trabajo en Uruguay, pero con el dulce, laborioso y solidario Xi Jinping, vamos hasta el fin del mundo. Cuando menos, curioso.

Pero hubo una reacción más interesante que la de los sindicalistas, y es la del académico estrella del firmamento nacional, Gerardo Caetano. Apenas 24 horas antes del anuncio formal de la apertura de la negociación, Caetano acaparó toda la portada del periódico La Diaria. Y bajo un titular que decía "Gigante", no sabemos si en referencia al tamaño de China, o a la relevancia global del pensador compatriota, el mismo sostenía que "La posibilidad de un TLC entre China y Uruguay no resiste el menor análisis". Más abajo, el politólogo, y al parecer también experto en comercio internacional, se preguntaba: "¿cómo se hace un TLC entre un país de 1.400 millones de personas y otro de 3?". Aseguraba sin un atisbo de duda que Argentina y Brasil vetarían tal acuerdo, y que el pacto similar firmado con Chile no condice con el modelo de país que busca la gente que votó al Frente Amplio. Además de señalar que los TLC generan aumento en los costos de los medicamentos en los países firmantes, ya que impedirían el desarrollo de las variedades genéricas.

Caetano ha sido siempre una persona desconfiada del libre comercio. Ha encabezado proclamas en contra del TISA, del TPP, del TLC con EE.UU. Tal vez preso de las condicionantes de la formación marxista que obnubila a buena parte de nuestra academia, parece creer que detrás de cada pacto con países más grandes o avanzados, se esconde siempre una jugada para perjudicarnos. Sin embargo, la realidad parece desmentir todas y cada una de sus afirmaciones.

Para empezar está el caso de Chile, un país poco más grande que Uruguay y que ha firmado "solito" TLC con naciones de todo tipo y tamaño. Lejos de afectar su nivel de desarrollo o industrialización (si eso es algo a buscar por Uruguay en estos tiempos de impresoras 3D y robotización) esos acuerdos lo han catapultado en materia económica.

En el caso de la propiedad intelectual o los medicamentos, sería recomendable darse una vuelta por una farmacia en Perú, "boticas" como les dicen allá. Pese a que Perú tiene cantidad de TLC firmados, un paseo por Inkafarma o Arcángel hace morir de envidia a cualquier hipocondríaco que se precie, ya que los precios son la mitad de los uruguayos.

Sobre la reacción de Argentina o Brasil, más allá de la envidiable calidad de lector del futuro que tantos politólogos ostentan, nada parece tan lineal como se afirma. ¿No están Argentina y Brasil buscando sus propias formas de acuerdo con China? ¿Se van a quedar quietos a esperar que los acuerdos en marcha de los países asiáticos con Australia o Nueva Zelanda los dejen fuera de su principal mercado? Pero además, ¿hasta cuándo vamos a seguir condicionando nuestra estrategia global a lo que hagan dos países con el nivel de ciclotimia de nuestros vecinos?

Más allá de la letra chica de cada pacto, y de los discursos proteccionistas en boga, el mundo marcha inexorable en un camino de integración comercial. La evolución histórica prueba que cuanto más comercio y cuanto más libre sea éste, hay más desarrollo y oportunidades para la gente. Si un país chico no entiende esto, y no se pone con audacia e imaginación a la vanguardia de este proceso, lo único que cosechará será pobreza y mediocridad.

EDITORIAL

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad