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Colombia elige Presidente

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No falta nada para la segunda vuelta de las elecciones en Colombia, así que muy pronto se sabrá quien habrá de ser su próximo presidente tras unos comicios muy particulares.

En una votación donde los grandes partidos de la nación colombiana, después de tantos años de estabilidad democrática a pesar del serio problema de las guerrillas y el narcotráfico, no estarán representados. Puede decirse que lo que ha sucedido es una manifestación notoriamente anti “establishment”. Un estado de ánimo generalizado de desencanto con el sistema político tradicional a nivel de ciertos estamentos sociales. Algo parecido a lo que ha ocurrido en varios países últimamente, cuando los electores ponen sus ilusiones y apuestan a personas que los captan con atractivas promesas y que justamente no forman parte del engranaje de los viejos partidos políticos. Es el tiempo de los “outsiders”. Aunque en ambos casos, los contendientes del momento ya tengan una cierta trayectoria política.

Los dos aspirantes a la presidencia colombiana provienen de ámbitos muy diferentes. En la primera instancia del ballotage, quien se impuso con el 40% de los sufragios el 29 de mayo fue Gustavo Petro, un guerrillero de vasto prontuario y dudosos antecedentes, que ya cuenta sin embargo, con su experiencia como alcalde de Bogotá en 2 oportunidades y senador por el período 2018-2022. Su gran ambición es convertirse en el primer presidente de izquierda de Colombia. Entre sus enunciados figuran la reforma agraria, compromisos de tipo social y aumento de impuestos a los ricos. A raíz de la elevada cantidad de sufragios obtenidos en la primera vuelta, tanto él como los suyos se notaban invadidos de un triunfalismo del cual ahora han tenido que bajar los decibeles, frente las novedades que han traído los sondeos de opinión. Estos han indicado que la llamada “Petrofobia” ha aceitado las negociaciones entre los contrarios a su persona. Por lo tanto, la recta final se ha vuelto más complicada y el rechazo que genera su nombre, entre votantes y dirigentes de otros partidos le ha dificultado el tejido de alianzas por fuera de su movimiento para superar la masa de votos de la vez anterior.

Su inesperado actual adversario es Rodolfo Hernández Suárez, quien ha conseguido el apoyo de varios contendientes que quedaron por el camino tras la primera ronda. Entre ellos, del joven ex alcalde de una ciudad importante como Medellín, Federico Gutiérrez -felizmente liberada de las garras del narco Pablo Escobar- quien parecía tener un promisorio futuro político. Del delfín del oficialismo, Sergio Fajardo, que obtuvo un excesivamente magro resultado y de a ex cautiva de la guerrilla durante varios años, Ingrid Bentancourt, rescatada por las fuerzas armadas, bajo la presidencia de Alvaro Uribe.

Rodolfo Hernández, de 77 años, es un fuerte empresario del sector inmobiliario de Bucamaranga, capital del departamento de Santander, a los pies de la cordillera oriental de los Andes. Allí fue Alcalde del 2013 al 16, con muchas promesas que según dicen algunos, no se cumplieron. Su padre fue secuestrado durante 135 días hasta el pago de un rescate, pero esa no fue la única tragedia familiar de este tipo. Su hija Juliana desapareció luego de ir a la finca de una compañera, hace ya 17 años y hoy la dan por muerta. En estas la circunstancias se ha vuelto a hablar de ello y Hernández ha pedido respeto. Aunque ha dicho que las FARC hace unos años trataron de chantajearlo, afirma estar de acuerdo con el esfuerzo de las conversaciones de paz .

Una votación donde los grandes partidos de la nación colombiana, después de tantos años de estabilidad democrática a pesar del serio problema de las guerrillas y el narcotráfico, no van a estar representados.

Su discurso intempestivo lo emparenta con el estilo Trump. Se presenta como un abanderado anti corrupción, con una efectiva campaña en la red Tik Tok. A fines de la semana pasada sorprendió al anunciar la suspensión de sus actividades electorales debido al riesgo que corría su vida. “Tengo la certeza de estar en peligro, ya me he enterado de que planean matarme, no a plomo, sino a cuchillo, en medio de una aglomeración”. Por su lado Petro, en la campaña previa también subió a la tarima con chaleco antibalas y rodeado de escudos blindados, en un acto.

Así como las instituciones democráticas en Colombia, han tenido consistencia, tras décadas de guerrilla, del accionar del narcotráfico y las bandas de delincuentes, la seguridad ciudadana (que había mejorado en tiempos de Uribe) se ha desmejorado y en esa historia no han faltado los magnicidios. Un caso emblemático es el de Luis Carlos Galán, candidato a la presidencia en 1989, firme enemigo del narcotráfico, quien contaba con un 60% de intención de voto, pero cayó asesinado frente a las 10 000 personas ante las que iba a hablar.

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