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La Cepal, la pobreza y la izquierda

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Por estos días tuvo cierta repercusión el reciente informe "Panorama Social de América Latina" de la Cepal. Es que allí se señala que nuestro país fue el que mejor resultados tuvo de todos los del continente en bajar la pobreza en los años 2010-2014.

El informe explica que la mejora general de ese período se debió principalmente a la variación de los ingresos medios. El detalle por países es interesante: "el crecimiento del ingreso dio origen a dos tercios o más de la caída de la pobreza en el Paraguay, el Estado Plurinacional de Bolivia, Panamá, el Perú y Colombia. En otros seis países, se situó entre el 55% y el 65% del total (Ecuador, Argentina, Brasil, Chile, El Salvador y Uruguay)". Así, en el análisis de la Cepal Uruguay es el país que mejor combatió a la pobreza en estos años, y lo hizo sobre todo apoyado en la mejora de los ingresos, mucho más que en la redistribución de esos ingresos.

El dato importa mucho porque es sobre esta política de redistribución que insisten los analistas locales oficialistas cuando nos quieren hacer creer que ella fue decisiva para obtener estos resultados. En este sentido, las conclusiones de la Cepal son contundentes: "Solo en la República Dominicana prevaleció el efecto distribución, que representó el 64% de la caída de la pobreza".

La Cepal no tenía por qué anotar que esta mejora en los datos de pobreza no es una excepción en la historia del Uruguay. Pero lo cierto es que a lo largo del ciclo de crecimiento económico de los años 90, mucho menos marcado que el de estos años, Uruguay ya se había destacado por bajar rápidamente la cantidad de pobres. Los datos, inapelables, son contundentes. Según el INE, 46,2% del total de la población del país estaba por debajo de la línea de pobreza hacia 1986. Al terminar el gobierno del Partido Nacional, en 1994, esa cifra había bajado a 15,3% del total. En lo que refiere a los ingresos reales medios de los hogares, con un índice 100 en 1986, la mejora implicó alcanzar 162,1 en 1994. Medido per cápita, el 100 de 1986 pasó a ser 171,3 en 1997.

Otra conclusión importante del informe es que el número de pobres de la región se incrementó en alrededor de 2 millones de personas en América Latina entre 2013 y 2014. Es cierto que las diferencias nacionales importan, porque en realidad aumentó en aproximadamente 7 millones de personas principalmente en Guatemala, México y Venezuela, pero bajó en 5 millones sobre todo en Brasil, Colombia y Ecuador. Pero más allá de esas evoluciones concretas, lo cierto es que a nivel global el número de personas pobres creció en 2014 y alcanzó a 168 millones, de las cuales 70 millones estaban en situación de indigencia.

Las proyecciones de la Cepal para 2015 tampoco son buenas: la tasa de pobreza se situaría en el 29,2%, y la tasa de pobreza extrema en el 12,4%, lo que representaría aumentos de 1% y 0,6% respectivamente con respecto a 2014. De confirmarse estas proyecciones, 175 millones de personas se encontrarían en situación de pobreza por ingresos en 2015, 75 millones de las cuales estarían en situación de indigencia.

Para cualquiera que conozca la evolución del crecimiento económico de la región, estos datos eran esperables. Porque si para bajar la pobreza se precisa antes que nada un alto nivel de crecimiento, lo cierto es que en general esto no ha ocurrido en estos últimos años en Latinoamérica. Las causas son varias, pero sobre todo a nivel internacional se destacan el menor crecimiento chino, que implica un menor dinamismo para las exportaciones de materias primas que produce Latinoamérica; y la expectativa de suba de las tasas de interés en Estados Unidos, que ha potenciado la constatable disminución general de la inversión extranjera directa en todo el continente.

Todo esto es muy sencillo de entender. Sin embargo, se trata de un duro golpe que contradice el discurso dominante de estos años de ola progresista sudamericana. En efecto, la vulgata izquierdista quiso hacernos creer que las mejoras sociales de esta década se obtuvieron gracias a la voluntad política de los gobiernos de ese signo en el continente. Si antes no había mejoras, era porque la pérfida derecha neoliberal que gobernaba no se preocupaba por los pobres.

Los datos de la Cepal son inapelables. En general, la baja de la pobreza entre 2003 y 2013 fue sobre todo por causa del mayor crecimiento económico. En estos últimos dos años, con los mismos gobiernos progresistas pero sin bonanza, la verdad que quedó al desnudo es que la pobreza aumentó en Latinoamérica.

EDITORIAL

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