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Menos Caribe y más seriedad

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¿Qué interés nacional defiende Uruguay al mediar en el Mercosur en favor de una dictadura cuya consideración internacional está completamente devaluada tanto en Sudamérica como en las capitales relevantes de Occidente?

El presidente Nicolás Maduro solicitó una cumbre presidencial a su colega Tabaré Vázquez que fue aceptada y seguramente se realice en unos días. Tratará sobre la aspiración venezolana de permanecer con voz y voto en el Mercosur. Pero tiene el serio inconveniente de que dejará al Uruguay enredado en una maraña caribeña muy perjudicial.

Por estas semanas, Vázquez ha estado de gira por Europa. Su principal y compartible objetivo ha sido el de presentar a nuestro país ante distintos y poderosos inversores internacionales para que se involucren en nuestro crecimiento económico. Para lograr seducir a esos inversores exigentes y de calidad, es sabido que se precisan proyectos económicos y financieros atractivos. Pero también y sobre todo, se precisa seriedad institucional que garantice un tratamiento ecuánime y respetuoso del derecho, de forma de dar tranquilidad y confiabilidad a esos actores internacionales.

Esa seriedad institucional ha sido siempre el diferencial relevante de nuestro país en la región. Formó parte, por ejemplo, de las variables que hicieron que Botnia se decidiera por instalarse en Río Negro en su momento, y es la clave que ha permitido desarrollar en todos estos años más inversiones multimillonarias en ese sentido en distintos puntos del país. Siempre, en todos los foros internacionales en los que nuestras autoridades presentan al Uruguay, esa dimensión institucional es la que nos hace ser atrayentes y competitivos para capitales extranjeros que, en realidad, en un primer momento podrían ser mejor seducidos por países y mercados mucho más importantes que el nuestro en la región.

Esa seriedad institucional es nuestra carta de presentación en momentos en los que se entrevé una mengua de radicación de capitales internacionales en las regiones en desarrollo por causa del previsible aumento de la tasa de interés en Estados Unidos. Tenemos que resguardarla y cuidarla como oro en polvo, porque es todo lo contrario a lo que ha vivido el continente con su ola populista: regímenes de enorme corrupción política en los que no hay garantía alguna del respeto por el estado de derecho y de seguridad para el inversor extranjero. Y no hay mejor ejemplo de esa ola populista que el caso de Maduro en Venezuela.

En este contexto, no queda para nada claro cuál es el interés del Uruguay en mediar a través del presidente Vázquez en favor de la posición venezolana en el Mercosur. Querer promover al Uruguay como un destino seguro de inversiones se contradice enteramente con aparecer defendiendo la posición regional de un régimen con presos políticos, sin separación de poderes, sin libertad de prensa ni respeto por las garantías individuales, y sumido, además, en una crisis económica galopante. Un régimen que, por si fuera poco, es criticado por su autoritarismo y falta de democracia por todos los demás socios del Mercosur.

¿Qué interés nacional defiende Uruguay al mediar en el Mercosur en favor de la posición regional de una dictadura cuya consideración internacional está completamente devaluada tanto en Sudamérica como en las capitales relevantes de Occidente, esas en las cuales el presidente Vázquez estuvo golpeando puertas para que nuestro país recibiera mayores y mejores inversiones extranjeras? La respuesta es tan sencilla como evidente: ninguno.

Ya es tiempo de que el gobierno deje de lado la contemplación de los intereses partidistas de la coalición de izquierdas y de sus aliados sindicales cuando se trata de definir la política exterior del país. Que el Partido Comunista y demás radicales del Frente Amplio y movimientos sociales (con el Pit-Cnt a la cabeza) apoyen la dictadura de Maduro no puede implicar fijar posiciones de política exterior que debilitan completamente nuestro principal capital internacional, ese que tantas décadas nos costó generar: el de ser un país serio, democrático y respetuoso del derecho internacional.

Oficiar de intérprete de Maduro, ese humano que dialoga con pajarricos porque en ellos siente el espíritu del finado Chávez, nos perjudica además en la región. Porque los dos grandes del continente también han expresado lo que para todos es evidente menos para los extremistas del Frente Amplio y para el presidente Vázquez: que Venezuela sufre una dictadura. En respeto de la seriedad del Mercosur, hace mucho tiempo que debiera de haberse llevado adelante la iniciativa de Paraguay sobre la cláusula democrática aplicada de una vez por todas a Venezuela.

Para ser un país de primera en política exterior se precisa abandonar el realismo mágico caribeño. Se precisa respeto por la seriedad institucional.

EDITORIAL

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