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La campana y la procesión

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No se puede tocar la campana y al mismo tiempo estar en la procesión. Este dicho popular de la lengua española retrata la actitud de los dirigentes del Frente Amplio que a pesar de formar parte del gobierno adhirieron y celebraron el paro general del 14 de julio.

Con el partido Comunista a la cabeza hicieron todo tipo de filigranas para estar —sin siquie-ra ruborizarse— de los dos lados del mostrador.

Que el paro era contra el gobierno frentista no hay duda. Basta leer la "plataforma" de reclamos con que se lo justificó para captar que la protesta apuntaba al corazón de la política de Tabaré Vázquez plasmada en el proyecto de Rendición de Cuentas. Contra ese proyecto de ley en particular, contra "el ajuste fiscal" y contra la política económica gubernamental el Pit-Cnt levantó sus banderas de lucha. Es decir que hizo lo suyo por más que la tentativa de paralizar totalmente la actividad del país dista de ser la mejor forma de colaborar en la solución de alguno de los problemas nacionales.

Quienes se desalinearon por completo fueron ciertos dirigentes políticos de izquierda que no solo elogiaron la decisión del Pit-Cnt sino que exhortaron a adherir al paro. Entre ellos figuraron incluso integrantes del gobierno, personas que ocupan cargos políticos relevantes como es el caso del director comunista de Trabajo, Juan Castillo, que lo hizo, según dijo, en atención al "sentir de la clase obrera". También revistaron del lado del paro general aspirantes a dirigentes como es el caso de Roberto Conde, uno de los cuatro candidatos a presidir el Frente Amplio, quien justificó el paro general por sus "motivos lógicos y legítimos". Huelga decir que este candidato tiene el aval de los comunistas.

En la misma línea se destacaron también algunos legisladores, los mismos que deberán conformar la mayoría para aprobar en el Parlamento ese proyecto de Rendición de Cuentas contra el cual se alzó el paro. El diputado comunista Gerardo Núñez pretendió dar línea a los frentistas al exhortarlos con entusiasmo a apoyar "las reivindicaciones que surgen del movimiento popular". Otros se dedicaron a elogiar la resolución del Pit-Cnt con distintos argumentos sobre los justos reclamos del movimiento obrero como lo hicieron los diputados del partido Socialista Gonzalo Civila y Roberto Chiazzaro.

Aunque de otras tiendas frentistas partieron expresiones de similar estilo vale la pena examinar la situación de comunistas y socialistas, miembros del gobierno, pero al mismo tiempo militantes en su contra. Convertidos en gobierno y oposición a la vez, probaron que son imprevisibles por su capacidad de usar, según las circunstancias, cualquiera de los dos sombreros. Con esa ubicuidad demostraron que pueden estar a la vez en un ministerio como el de Trabajo y Seguridad Social, que debe aplicar las pautas salariales del gobierno, y pronunciarse contra esas mismas pautas sin que se les mueva un pelo. O declararse socialistas y ponerse del lado de quienes se oponen y atacan la política de un presidente surgido precisamente del seno de ese mismo partido Socialista.

En otras palabras, pretenden constituirse en gobierno y oposición al mismo tiempo, cosa de capitalizar la mayor cantidad de simpatías y votos posibles, vengan de donde vengan. No importa que estos políticos adictos al paro general desempeñen cargos de gobierno, incluso muchos más de los que les corresponderían proporcionalmente en función de los votos recibidos en las últimas elecciones. Su postura antigubernamental del jueves pasado no les impide mantenerse firmes en sus sillones, viajar en automóviles oficiales o participar en apetecibles misiones al exterior representando a una administración que atacan o defienden según les convenga.

Lo llamativo es la tolerancia que el conjunto del Frente Amplio expone con relación a estos disidentes que adhieren a un paro contra su propio gobierno, algo que quizás se explique por la interrelación existente entre esa fuerza política y la central sindical. En otras palabras, que el gobierno parece dispuesto a admitir que algunos de los suyos sostengan los vínculos con la central sindical cuyas simpatías hacia el oficialismo están fuera de duda.

No debe olvidarse que en 2014, con más contundencia que en otras ocasiones, la actual jefatura del Pit-Cnt se jugó a favor del Frente Amplio y alentó el voto por la fórmula Vázquez-Sendic con un lema que no dejaba lugar a dudas: "Ni un voto de los trabajadores para la derecha y la reacción neoliberal".

De todos modos rechina el espectáculo que dan estos frentistas tocando la campana y tratando al mismo tiempo de estar en la procesión.

EDITORIAL

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