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La cadena de la droga

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Los homicidios son un asunto casi diario. Muchos no son resueltos y sus autores quedan impunes. La circunstancia de que una proporción importante de esos hechos sean rotulados como "ajustes de cuentas" vinculados al narcotráfico y que se produzcan en determinados barrios, no hace que sean menos graves.

Primero, porque atacan el valor fundamental de la vida, sea de quien sea; segundo, porque son actos de violencia que ninguna sociedad civilizada debe aceptar; tercero, porque la jurisdicción del Estado y nuestra legislación, incluyendo el Código Penal, son una garantía y una barrera a la barbarie que deben aplicarse eficazmente en todo el territorio nacional. Es inadmisible la existencia de territorios "liberados" por el narcotráfico. Cuarto; porque las primeras víctimas son los vecinos honestos de los barrios que soportan ese flagelo; y finalmente, porque la violencia en cualquier lugar, inevitablemente, se extenderá al resto de la sociedad.

La cruel e injusta muerte de una inocente joven, atropellada por un vehículo que quedó sin control cuando su conductor fue muerto por, todo lo indica, asesinos profesionales demuestra, de una vez por todas, que la violencia en cualquier lugar de nuestro país y nuestra región es indivisible, inseparable de lo que sucede en el resto.

La joven fue lo que fríamente se llama un daño colateral; la víctima de una acción violenta, inocente y ajena al conflicto. Pero esta circunstancia no hace que lo acontecido sea menos grave. Por el contrario, el hecho demuestra la cruel planificación del crimen, la indiferencia ante las consecuencias posibles, la convicción de que la acción quedará impune. Todo subraya la peligrosidad de quienes cometieron los asesinatos y la amenaza que representa para todos, el entorno regional donde se gestan esas conductas.

La madre de la joven, en su dolor, exclamó "¡Mi hija fue víctima del narcotráfico en Uruguay! ¡Es increíble! Porque no estamos hablando de México". Aún nos falta para llegar a ese punto pero nos estamos aproximando. Es hora de reaccionar. Las dos víctimas intencionales, el conductor del auto y su señora, eran paraguayos. Se maneja la posibilidad de que sea posible que lo sucedido tenga algún vínculo con el tráfico de marihuana desde la localidad paraguaya de Pedro Juan Caballero, un centro de esa actividad ilícita.

Si llegara a confirmarse que el asesinato de los dos ciudadanos paraguayos estuvo vinculado al tráfico de marihuana, entonces tendríamos una cadena de delitos y complicidades que comienza en los campos de cultivo en el Paraguay, que atraviesa el territorio de Argentina o Brasil, y que finalmente, causó la muerte de una inocente joven uruguaya en Solymar. El subdirector de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas dijo a El País que la policía uruguaya incautó 1,4 toneladas de marihuana en el 2014, y 2,5 toneladas en el 2015.

Se estima que más del 90% de la marihuana en el mercado ilegal uruguayo proviene del Paraguay. Es importante tener presente que las incautaciones, por regla general, solamente representan una fracción del volumen total transportado, por diferentes medios, desde las regiones de origen de la droga a nuestro país. La marihuana llega en vehículos de turistas, "sobre todo en camionetas o autos de alta gama", explicó el subdirector. Entran por la frontera del Brasil o los puentes con Argentina, o en "avionetas que tiran el equipaje en el interior y se dan a la fuga". Un dato preocupante es que nuestro Ministerio del Interior recién comenzó hace poco tiempo a realizar los imprescindibles estudios de trazabilidad de estupefacientes. ¿Determinar la fuente de las drogas que ingresan al país no debió haber sido una de las primeras preocupaciones de nuestras autoridades?

Los grupos criminales dedicados al narcotráfico, cada vez más eficientes y organizados que actúan a través de las fronteras, representan un desafío cada vez más formidable para cada sociedad nacional. La clave para enfrentarlo se encuentra en la eficiente cooperación entre los países de la región. Esta sería una buena oportunidad para demostrar que el discurso "patriagrandense" tiene alguna sustancia real.

El narcotráfico es una amenaza regional y combatirlo requiere una responsabilidad compartida regional. Aunque es difícil tener alguna esperanza en la eficacia de la lucha contra el narcotráfico cuando la policía ni siquiera combate el delito de receptación, fácilmente perceptible en las ferias donde se vende toda clase de mercadería robada, incluidos miles de medicamentos.

Editorial

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