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"Business are business"

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Esta frase pertenece al Presidente Vázquez que de alguna manera resume lo que siempre hemos sostenido, con la salvedad de que todavía no ha podido convencer a su propio Partido de la importancia de este concepto para el interés nacional

La mayoría de los países incluido el Uruguay, carecen del peso suficiente para dar forma a los escenarios en que se desarrollan las negociaciones internacionales; por lo contrario, más allá de sus esfuerzos y propuestas, terminan siendo tomadores de precios y decisiones internacionales.

En consecuencia, las posibilidades de aplicar criterios selectivos son muy reducidas, de modo tal que, una vez definidos los objetivos de cada país, la participación se hace necesaria tanto en los ámbitos multilaterales, hemisféricos, regionales y aún bilaterales.

El diseño estratégico es central, porque aun asumiendo la realidad, cada Estado debe desarrollar una actividad permanente a nivel institucional interno. Eso permite la concentración de información para analizar en forma interdisciplinaria las decisiones vinculadas a los objetivos que se quieran alcanzar tanto en el corto como en el mediano plazo.

La apertura de la economía es un dato de la realidad; no existen alternativas viables en el horizonte, porque un mayor acceso a cualquier mercado requiere una contrapartida satisfactoria.

Producción, sectores y mercado deben responder a las prioridades que cada país se fije, pero de nada servirían si no se participa en todos los escenarios donde se negocien temas que hacen al interés nacional de cada país. Para eso debe reconocerse la existencia de tres temas globales que estarán presentes en todo escenario de futuro.

1) Un impacto demográfico mundial que muestra una población envejecida que goza de mayor expectativa de vida; y como contrapartida una disminución de mano de obra joven, calificada o no.

2) El efecto de una globalización que se manifiesta en la unificación de mercados y en la interacción de productos, recursos financieros y redes de servicios, en clara vinculación con un aumento mundial de las necesidades de consumo.

3) La ausencia de opciones de alternativa al sistema capitalista como consecuencia de la desaparición de un bloque socialista liderado durante décadas por la ex URSS; sobre todo porque el antiguo Imperio ruso derivó hacia una forma hipertrofiada de capitalismo que alteró el equilibrio de poder surgido de los acuerdos post segunda guerra. Eso determinó que se desplazaran hacia el área del Pacífico los nuevos temas económicos y comerciales debido a la fuerza de la innovación tecnológica y al aumento del comercio intra firma a nivel global.

El futuro ya no es el que se pensaba. Y es reconocido que será imposible darle certezas a los tiempos que vienen de tal forma que las fuerzas mencionadas, aunque presentes, no estarán en condiciones de librar al mundo de guerras, alianzas, conflictos étnicos y religiosos, redes de crimen organizado y de narcotráfico, pandemias sin fronteras, fenómenos naturales impensados y del terrorismo global.

Tampoco puede desconocerse que muchas circunstancias políticas inciden sobre los precios, tales como represalias económicas y amenazas que surgen de fuerzas de toda naturaleza que aspiran a tener un lugar en un nuevo esquema de poder.

En conclusión: las negociaciones comerciales responden a razones ignoradas hace poco tiempo y los mega acuerdos regionales y sub regionales se superponen exigiendo un esfuerzo del mercado para adaptarse a nuevas las variables de la demanda y oferta de bienes y servicios.

Los espectadores pierden por el solo hecho de quedarse quietos y los intelectuales que se resisten a vivir una realidad irreversible se refugian en una estéril dialéctica que profundiza el rezago de muchos países.

Nuestra región ya no puede ser protagonista de un presente que la supera. El Mercosur está al margen de las nuevas formas que el comercio internacional ha creado. La primera reacción debe ser reformularlo con rapidez y realismo. No hay más tiempo que perder en cumbres y discursos que no se hacen cargo de una economía moderna que, guste o no, ha llegado para quedarse al menos por un buen tiempo.

Los populismos nos han hecho pagar un altísimo precio que en tiempos pasados podían superarse rectificando rumbos. Solo nos han dejado despotismo y pobreza.

Por eso, El TPP, la Alianza para el Pacífico y las negociaciones con la Unión Europea son parte de la nueva realidad que desafía a nuestra región y en especial al desglosado Mercosur.

EDITORIAL

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