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Una buena señal

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Pocos días después de asumir el cargo de ministra del Interior la señora Daisy Tourné, arribó a nuestro país el Presidente de los Estados Unidos. Ese día, un grupo de desaforados manifestó su repudio a la visita por nuestra principal avenida, promoviendo graves desórdenes. La finalidad del atentado fue evidente: el objetivo era el daño, el destrozo, y así la emprendieron rompiendo las instalaciones de locales en donde funcionan compañías multinacionales y otros de comercios cuyas vidrieras volaron en mil pedazos para facilitar así también el hurto por delincuentes comunes.

La televisión filmó también los movimientos de un subnormal que la emprendió a patadas -es la expresión adecuada- contra una criatura caída en el suelo, que salvó su vida milagrosamente. El accionar de la policía en aquella ocasión fue lento, tardío, como si hubiera esperado la consumación del daño para recién entonces dispersar a los responsables. Esa sensación se confirmó después, cuando la flamante Ministra explicó que se actuó así en aras "del mal menor".

Fue entonces que no sin fundamento la gente pensó en una continuidad del estilo de gestión del anterior ministro, Dr. José Díaz. Al fin y al cabo ambos provienen del mismo tronco socialista, si bien el perfil de este último se identifica con el socialismo decimonónico, totalmente ajeno a las versiones modernas de la doctrina que han evolucionado al ritmo de la dinámica universal. Ese socialismo fuera de época se caracterizó de origen por quitarle jerarquía al derecho de propiedad, y Díaz fue fiel a esos principios, pues no solo en los casos en que la policía bajo sus órdenes debió intervenir lo hizo siempre preservando demasiado al delincuente frente a los derechos de la víctima, sino que además legitimó las ocupaciones de empresas so pretexto que se trataban de extensiones o modalidades del derecho de huelga, provocando un caos laboral en el país por los abusos que se sucedieron uno detrás de otro. El socialismo moderno es casi una modalidad del capitalismo y su visión del mundo viene impuesta por la realidad. Ha tomado conciencia, en definitiva, que sin inversión no hay crecimiento, que sin crecimiento no hay riqueza, y que no se puede anteponer el deseo de justa distribución de la misma si antes no se la genera. Los bueyes van adelante y la carreta detrás. Ya no hay márgenes para disidencias de fondo.

Estas son lecciones aprendidas de memoria por el hombre de hoy, que salvo afán de coleccionista, no tiene interés en comprar tranvías. Por eso, en todos los países del mundo ha entrado, ahora casi sin esfuerzo, la letra que dice que al capital hay que cuidarlo hasta en los más mínimos detalles. Ningún inversor en potencia mira allí en donde la seguridad -en todas sus formas, jurídica, física, patrimonial- se subordina a los paternalismos.

Sí, aquel debut de la Ministra no fue feliz. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que cambiara la metodología en la prestación del servicio. Fue en la tarde del 19 de junio, cuando la misma patota amagó volver a hacer de las suyas. Lo dijo el Subsecretario del Interior, un policía profesional: es poca gente, día a día son menos. Aunque se tapen la cara son conocidos -y conocidas- por la autoridad, llevan la violencia en el alma, el odio y el resentimiento en sus entrañas, no conocen otro método para exteriorizarse que el grito ofensivo, el cántico mordaz, la pedrada, los cortes de tránsito, la destrucción de lo que encuentran a su paso.

Y entonces la policía actuó antes, previno y reprimió como correspondía. No queremos hacer la apología de las represiones que se exceden. Pero dejar venir lo que inevitablemente se desencadenará porque los antecedentes son sistemáticamente idénticos, es una omisión a los deberes del cargo que no admite disculpa alguna.

Es muy posible que haya influido en este cambio de actitud funcional el propio Presidente de la República que ya ha tenido tiempo suficiente para aprender que no se gobierna bien si no se conoce a los bueyes con los que se ara. Y a esta gente, reiteramos, la conocemos todos. Sin estimular excesos que siempre han sido y seguirán siendo indeseables, la autoridad debe ejercerse al servicio de la comunidad y lo primero es atender a la tranquilidad pública.

Esa señal que dio el Ministerio del Interior fue positiva. En esa línea se cambiará en serio y para bien.

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