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De Bonomi a Larrañaga

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Derrotado en las elecciones el Frente Amplio aprontó todas sus baterías bien tempranito para bombardear en forma impiadosa al nuevo gobierno elegido por la ciudadanía: con razones o sin razones.

Basta recordar que allá por el 19 de febrero, cuando aún era presidente Tabaré Vázquez y el mundo comenzaba a sacudirse por la implacable ola del coronavirus, Uruguay realizó una "modesta", pero "significativa" donación de equipamiento sanitario a China: decenas de cajas con mascarillas, guantes, batas y alcohol en gel fueron enviados como muestra de amistad y quedó vaciado el stock nacional para una eventual llegada de la enfermedad. El 13 de marzo apareció el primer brote en el país y prácticamente no existían ya los elementos primarios para combatirlo por la Generosidad de Vázquez.

Ese fue el principio. Ya con el nuevo gobierno instalado, la ofensiva frenteamplista arreció. No hubo día ni medida que se adoptara que no recibiera la crítica inmediata de algún “soldado” frenteamplista: el propio Vázquez, Javier Miranda, Carolina Cosse, Mario Bergara, Charles Carrera y algunos otros que se turnaban en sus intentos de zancadillas. Y esa conducta llevó a entusiasmar nada menos que al exministro del Interior, el muy famoso Eduardo Bonomi, responsable durante años y años de la magnífica inseguridad del país, para cargar contra el nuevo titular, Jorge Larrañaga.

Patético y lamentable. Pese a las dificultades de cualquier ministro nuevo para tomar “los tiempos” de su cartera, Larrañaga tardó muy poco en empezar la lucha con el objetivo de “restituir el orden, el respeto, el imperio de la ley como base de convivencia” sobre el fundamento de que “la autoridad no se negocia, la autoridad se ejerce”. Algo elemental, pero que no regía en el Uruguay de Bonomi.

Desde el 3 de marzo comenzaron los operativos policiales en los barrios y en distintas ciudades del interior y la gran mayoría tuvo siempre el respaldo de la Guardia Republicana. En muy poco tiempo fue amainando la sensación de inseguridad que se había instalado en los vecinos. La velocidad de respuesta de los patrulleros empezó a ser una constante. Y la seriedad policial quedó de manifiesto cuando se hizo trizas una denuncia de Adeom sobre un presunto maltrato (con balazo incluido) a un funcionario municipal que estaba grabado en un video policial.

Poco después comenzaron los megaoperativos policiales (en Malvín Norte, por ejemplo, se realizaron en un día 17 allanamientos, se incautaron drogas y armas y hubo 11 detenidos) y se agregó la presencia del “control desde el aire” mediante helicópteros con potentes focos y cámaras infrarrojas, que en pocos días se convirtió en parte del paisaje nocturno en Montevideo. Con esta presencia permanente, la guerra al delito inició su apogeo.

La crítica sistemática del FA a cuanto hace el gobierno entusiasmó a Bonomi que buscó subirse al carro para cargar contra el ministro Larrañaga. Le erró feo. Le conviene el silencio y pasar desapercibido.

Pero, también se actuó en el interior del país. Hubo muchos, pero en tren de elegir se pueden destacar:

-En junio, un magaoperativo en Las Piedras para terminar con el enfrentamiento de bandas por el narcomenudeo de drogas que terminó con varios detenidos y se incautaron armas, pasta base y varias motos.

-Un mes después, otro golpe al narcotráfico (esta vez en Rivera) donde los allanamientos permitieron la detención de 25 personas y se incautaron armas de fuego, dinero (pesos y reales), cocaína, pasta base, tres autos y 27 celulares.

-Y en agosto la ciudad de Salto fue el escenario de otra gigantesca acción: 17 hombres y 2 mujeres resultaron detenidos en el marco del operativo denominado Casa Grande, que la Policía de Salto realizó en el barrio Fátima. La redada contó con la participación de 123 efectivos, entre ellos integrantes de la Guardia Republicana desplegados con drones, perros detectores de drogas y un helicóptero. Una semana después se repitió el operativo donde fueron detenidas 30 personas y se incautó otra vez pasta base, marihuana, cocaína, vehículos, armas de fuego y municiones.

-Pero, si algo faltaba, Larrañaga fue también muy duro con la corrupción policial. El Director de Investigaciones de San José fue detenido por su supuesto vínculo con el narcotráfico. El mensaje del Ministro fue muy claro: “Que se cuiden todos aquellos que están fuera de la ley. Caiga quien caiga es la línea que vamos a seguir”.

Lo cierto es que con Larrañaga, tras seis meses de gestión, y marcando permanentemente presencia en los operativos y todo lo vinculado a la seguridad de los ciudadanos, el número de los delitos ha comenzado a disminuir. Eso le genera urticaria a Bonomi. Pero, después de su legado, lo mejor que podría hacer es tratar de pasar desapercibido y callarse la boca.

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