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Bolivia en difícil encrucijada

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La presidenta interina de Bolivia, la Dra. Jeanine Áñez, intenta avanzar en la difícil coyuntura que preside.

Dos primeros objetivos ya definidos son: celebrar elecciones presidenciales en un futuro cercano y derogar la sentencia del Tribunal Constitucional que le permitió a Morales y su vicepresidente Álvaro García Linera, aspirar a un cuarto mandato, desconociéndose el resultado contrario del veredicto popular. Del referéndum del 21 de febrero de 2016, impulsado por Morales, que buscaba una reforma constitucional que le permitiera la reelección indefinida. Una desprestigiada institución que elaboró un rocambolesco dictamen que decía algo así como que el deseo de Evo era un derecho humano, es la misma que ahora ha reconocido a la nueva Presidenta. La cual, al haberse ido al extranjero los dos primeros en la lista para suceder al Presidente, ambos del partido de Morales, (MAS) tuvo que hacer una pirueta en el Congreso, donde fue apoyada por los representantes de la oposición.

Ya en México, Morales en una entrevista declaró que esperaba recuperar el poder y volver a encontrarse con Maduro, Ortega, Cristina y ahora Alberto Fernández. Con Raúl Castro, Díaz-Canel y en un futuro próximo, con Lula y también Correa.

Al mismo tiempo la Presidenta, por su parte afirma que habiéndose ido Morales y renunciado a su cargo, no es posible regresar al Palacio Quemado. A su vez ya se nota el actual cambio de orientación en las relaciones internacionales. Por un lado, Áñez anunció el reconocimiento de Juan Guaidó como Presidente interino de Venezuela y tras reunirse con el Embajador de Cuba, confirmó la expulsión de 725 cubanos que estaban en Bolivia, en funciones de cooperación.

Afectado también de esa fatal debilidad de los gobernantes latinoamericanos, Evo Morales confiesa sin tapujos que los 14 años como primer mandatario no son suficientes. Por lo tanto, había que ir por los 20, si bien no hizo mención alguna de lo que estaba dispuesto a hacer para lograrlo.

Las denuncias de fraude estallaron en cuanto se conoció un triunfo oficialista por demás aplastante, luego de un sospechoso parate de varias horas al momento de contarse los votos. Tan evidente resultó la maniobra, que para calmar los ánimos, Evo hizo saber que pediría una misión de expertos de la OEA. Pero la auditoría llevada a cabo por la organización internacional no le fue en absoluto favorable y en cambio sirvió para confirmar las desconfianzas existentes.

El fraude electoral en Bolivia reproduce algunas de las pautas seguidas por el chavismo en Venezuela para la manipulación de las elecciones, ingeniadas por Cuba en buena medida. No son iguales -en realidad en Venezuela las tácticas han ido cambiando de unos comicios a otros- pero hay patrones semejantes. Algo que lleva a pensar en un asesoramiento de estos países. El parón se produjo cuando el conteo de votos llegó al 83,8% del escrutinio, indicando una segunda vuelta poco promisoria. Durante largo tiempo se detuvo la información, ya que este tipo de requiebro necesita un tiempo para materializar votos falsos y hay que hacerlo a puertas cerradas.

En Venezuela, la oposición tuvo que aceptar que la autoridad electoral no anunciara los resultados conforme se iban contando los votos, lo que permite detectar evoluciones dudosas, en lugar de recién cuando hubiera una tendencia irreversible. Aunque en Bolivia, el voto es manual, se puso en marcha la Transmisión de Datos Preliminares (TREP), sistema informático para escanear las actas de los resultados de cada centro. Las irregularidades más grandes que encontró la OEA tienen que ver con ese sistema, en el que operaron servidores ocultos sin supervisión de la empresa auditora y manejados por personas extrañas.

A diferencia del rotundo fracaso humano y económico del chavismo, la Bolivia de Evo Morales ha tenido un mucho mejor desarrollo bajo la batuta de un buen Ministro de Economía. Pero los abusos de poder generan rechazo ciudadano, tal como lo decía el candidato opositor Mesa, cuando visitó Uruguay. Y de la misma manera que no se puede obviar la responsabilidad que le cabe a Evo frente a lo ocurrido, la activa intervención de las Fuerzas Armadas y de la policía, se presta para que se califique de golpe de estado a lo sucedido. Más allá de que haga falta poner orden cuando se desatan acciones violentas. Tanto de los grupos anti Evo, donde ha tomado un indeseable protagonismo el líder santacruceño Camacho, como las reacciones de los pro Morales, entre ellos, los sindicatos cocaleros. No por nada, Bolivia es actualmente el tercer productor mundial de coca.

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