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Biden y el desafío digital

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Es muy probable que la presidencia de Biden no cambie el rumbo general de la relación con China en lo que refiere a su competencia en torno a la economía digital.

Una de las dimensiones claves de la nueva política exterior que tendrá que definir la administración demócrata de Biden que llega a gobernar Estados Unidos (EEUU), refiere a todo lo que gira en torno a la economía digital, y a la competencia china en ese sector de avanzada de la tecnología mundial.

Los antecedentes de los años Trump son muy claros: EEUU dio una dura batalla contra los intereses chinos, de empresas y redes digitales, en distintas zonas del mundo, incluso tomando medidas unilaterales independientemente del costo que ellas pudieran tener en materia de reputación para el liderazgo de Washington.

Así, por ejemplo, fue el caso de las inversiones y futuras redes de la tecnología 5G. La administración Trump llegó a presionar de distintas formas, incluso a aliados tradicionales como los países europeos occidentales, para que no se permitiera la participación de la empresa china Huawei. Es que el gran temor estadounidense radica en perder el liderazgo tecnológico global frente a una China que, desde la consolidación en el poder por un larguísimo plazo de Xinping, está decidida a ampliar sus zonas de influencias internacionales, sobre todo en áreas que implican inversiones de avanzada y promoción de grandes empresas chinas.

Sin embargo, la clave está en tener claro que este desafío estadounidense no data del período de Trump, sino que toma sus orígenes en la primera administración de Obama (2009- 20013). Y allí es que aparece la figura de Biden: en tanto vicepresidente de EEUU en esos años, estuvo al frente, por ejemplo, de las reiteradas fricciones entre Washington y Pekín por motivos de ciber -espionaje, y por el robo de propiedad intelectual por parte de piratas informáticos chinos en perjuicio de empresas estadounidenses.

Así las cosas, es muy probable que la presidencia de Biden no cambie el rumbo general de la relación con China en lo que refiere a su competencia en torno a la economía digital. Es cierto que se ha señalado la voluntad de restaurar una especie de “magisterio moral” de EEUU, que de alguna forma modifique el rumbo decadente que iniciaron las revelaciones de Snowden en tiempos de la presidencia de Obama. Pero esa restauración del “soft power”, es decir de ese poder de influencia por causa del prestigio mundial estadounidense que ha quedado tan disminuido por el talante agresivo de Trump en la Casablanca, de ninguna forma puede poner en duda los intereses reales estadounidenses hechos de la defensa, por ejemplo, de sus grandes empresas tales como Google, Apple, Facebook y Amazon (GAFA), que compiten a nivel internacional con empresas chinas cada vez más protagónicas.

Aquí se plantean entonces decisiones claves que marcarán el rumbo de la administración Biden. Por ejemplo: en 2019 el por entonces secretario de Estado de Trump presentó el programa “red limpia” para depurar las redes estadounidenses de aplicaciones chinas como WeChat y TikTok, ¿qué hará la nueva administración con esa iniciativa tan importante para enfrentar el desarrollo tecnológico chino?

Pero el tema no es solamente la competencia china. Los demócratas enfrentan además el asunto crucial que refiere al peso desmedido que las GAFA están teniendo en la propia economía estadounidense, y sus influencias crecientes en ámbitos alejados de lo tecnológico como, por ejemplo, las campañas electorales. En este sentido, ¿qué hará la administración Biden con las conclusiones que en octubre pasado presentó el Comité Antimonopolio de la Cámara de Representantes de EEUU acerca de las prácticas anticompetitivas de las GAFA, y que van en el sentido de aprobar medidas contundentes para “desmantelar” esas plataformas dominantes?

Se trató de un informe muy serio y amplísimo de casi 500 páginas, basado en más de un año de trabajo y miles de documentos, audiencias públicas e investigaciones realizadas con la enorme legitimidad que da el provenir de la casa de los representantes del pueblo. En concreto entonces, ¿cómo articulará la nueva administración Biden este diagnóstico tan duro, con la competencia enorme y desafiante de las empresas chinas, quienes se verían seguramente favorecidas en sus posicionamientos internacionales si se debilitan las GAFA?

Son todos temas que parecen alejados del cotidiano clásico de las relaciones exteriores de la principal potencia mundial. Sin embargo, en este siglo XXI tan tecnológico, los factores de poder económicos y de influencia cultural se juegan en esta cancha. Habrá que ver entonces qué rumbo toma Biden frente a este enorme desafío digital.

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