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Los autos y el esnobismo

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Si hay algo que le ha hecho daño a América Latina, es la obsesión de ciertas elites, por copiar lo que ven en Europa sin pasarlo por el tamiz de nuestra realidad.

Hay cientos de ejemplos de los resultados funestos de esta práctica, pero hoy nos queremos centrar en uno, que está generando efectos perversos en la capital del país.

Hablamos del odio irracional y esnob que tiene la intendencia de Montevideo respecto de los vehículos privados.

Esta semana se informó del enésimo intento de la comuna capitalina por hacerle la vida difícil a quienes han cometido el pecado mortal de moverse en vehículo propio. Se trata de un plan impulsado por la vanguardia moral de la IMM, para peatonalizar o “semipeatonalizar”, varias calles claves de la Ciudad Vieja, como Colón, Rincón, o Reconquista.

Esta idea, impulsada por las mismas mentes iluminadas que planificaron la peatonalización de la Plaza Zabala, y aquellos bancos que se convirtieron en descansos de lujo para pastabásicos, ya cuenta con la oposición frontal de la mayoría de los vecinos. Así como de expertos indiscutibles en materia patrimonial como William Rey. Las declaraciones de Rey en la edición del lunes de El País son particularmente contundentes: “hay una cuestión enfermiza de parte de la IMM que tiene que ver con sacar los autos de la Ciudad Vieja. Todos queremos un mayor residencialismo en el barrio, pero no se puede producir un vaciamiento de la actividad terciaria y creo que el planteo de la intendencia está muy orientado hacia el uso social del área pública en función de un aparente residencialismo que todavía no existe.”

Lo que dice Rey, en palabras más pedestres, es que está todo bien con darle más espacio a los peatones y a los paseantes en la Ciudad Vieja. Pero la realidad es que cada vez hay menos de ambas categorías en ese barrio, y esta obsesión de la intendencia, lo único que hace es espantar a la gente que gustaría ir a pasear a esa zona. Por una cantidad de motivos, no son tantas las personas que toman como opción vivir hoy en ese barrio patrimonial, y espantar a los eventuales visitantes solo agrava la sensación de pueblo fantasma que se vive allí, por ejemplo, los fines de semana.

Esto tiene un agravante. Hoy Montevideo vive un proceso urbanístico que conspira todavía más contra la Ciudad Vieja. Mucha gente ha migrado de un barrio residencial de alto nivel como Carrasco, hacia los barrios privados de Canelones, con lo cual muchos caserones clásicos se están volviendo oficinas. Tienen la ventaja justamente de estar más cerca de las zonas de mayor crecimiento residencial de la gente con más recursos. Pero, además, no hay problemas de tráfico, ni estacionamiento tarifado, ni flotillas de adictos “mangando” en cada cuadra.

Aquí vemos que decisiones de la intendencia, como aumentar las zonas de estacionamiento tarifado, prohibir barrios privados en Montevideo, la hostilidad hacia los autos, y el no tener una política activa respecto a la mendicidad abusiva en las zonas céntricas, son el principal detonante de esta migración al este, que es negativa desde todos los puntos de vista. Porque deja zonas bien cubiertas con servicios vacías, mientras obliga a las autoridades a invertir más para cubrir las nuevas.

Esto es un círculo vicioso nefasto, cuyos efectos van exactamente en contra de lo que en teoría quiere la intendencia.

La hostilidad de la intendencia de Montevideo hacia los autos privados, solo logrará agudizar el proceso de vaciamiento de las zonas céntricas, y potenciar la migración al este de empresas y comercios.

La gran pregunta que se hará el lector es ¿entonces por qué las autoridades comunales no ven esto? ¿Por qué si quieren revivir la Ciudad Vieja y concentrar a la población en el tejido urbano ya desarrollado, hacen todo esto?

Y acá volvemos al principio. Porque en vez de analizar nuestra realidad a la hora de tomar decisiones, se dedican a copiar lo que hacen en París o Madrid, creyendo que acá podemos replicar sus políticas con idénticos resultados.

Si usted quiere que la Ciudad Vieja sea un barrio vibrante y concurrido, una zona comercial y de paseo a disfrutar por todos los montevideanos, primero tiene que hacer que sea un lugar limpio y seguro. Segundo, un lugar con acceso fácil y práctico. Y si quiere reducir la presencia de autos privados, primero debe ofrecer un sistema de transporte eficiente y confiable. No hacer al revés.

Estas medidas caerán muy bien en el núcleo bienpensante que rodea a quienes toman decisiones políticas en la intendencia. Pero para el resto de la sociedad, es un problema que logrará resultados exactamente contrarios a los que se buscan. La Ciudad Vieja seguirá siendo un lugar desperdiciado, vacío y decadente, mientras comercios y empresas seguirán migrando al este.

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