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Ausencia de propuestas

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Es curioso, pero la energía desplegada por el Frente Amplio para desacreditar al gobierno en todo lo imaginable, está poniendo en evidencia un problema serio respecto a sus pretensiones de volver a gobernar.

No le gusta nada, eso está claro. Menos aún le gusta la figura de Lacalle Pou: lo despreciaron y lo subestimaron pero ahora descubren que no es lo que pensaban y por eso le temen. Más allá de eso, nadie tiene la menor idea de que es lo que el Frente haría si eventualmente gana las elecciones. Peor aún, la impresión es que ni siquiera el propio Frente Amplio parece tener idea de que hacer.

Al oponerse a todo lo que hace el gobierno, algunas cosas van quedando claras, pero nunca en beneficio del Frente.

Por un lado, sabemos que en caso de que surja un nuevo tipo de desastre sanitario, y quiera Dios que eso no ocurra, haría exactamente lo que no hay que hacer. Durante la pandemia se opuso a todo lo que el gobierno resolvía y propuso otras medidas (mucho más autoritarias y rígidas), que de haberse aplicado no hubieran mejorado el curso de la enfermedad (quizás lo hubieran empeorado) y además habrían llevado al país a un estado de postración económica y de agudo drama social.

De Seguridad Social, ni hablemos. No tuvo el coraje de hacer la reforma estando en el gobierno y para colmo, a través de quien era su ministro de Economía, anunció que quien ganara las elecciones la debía hacer sí o sí. O sea, olímpicamente los frentistas le pasaron el fardo al siguiente. Eso sí, le dijeron que lo que debía hacerse era exactamente lo que se está haciendo.

Sin embargo, ahora se oponen. Por lo tanto, si este gobierno no aprueba en breve plazo (es de esperar que lo haga) el proyecto que ya entró al Parlamento, menos aún lo hará un eventual gobierno frentista. Saben que el tema es ineludible y que un gobierno responsable está obligado a abordarlo, pero le tienen un temor profundo al enojo de sus bases militantes. Temor que los paraliza.

La irresponsabilidad es asombrosa. Y no se les mueve un pelo.

Es fácil decir que uno se opone a todo, no importa de que se trate. Más complicado es explicar a la gente como se gobernaría y que medidas se tomarían en caso de estar en ese lugar. De eso, el FA no está mostrando nada.

También está el tema de la transformación educativa. Imprescindible e impostergable. Sin embargo, a ella también se oponen. Ellos, los del Frente, con sus socios (sino sus jefes) los sindicalistas.

¿Cuál es su propuesta? No la tienen. No la tuvieron cuando durante 15 años gobernaron el país. Lo único que hicieron fue una ley que le dio a la izquierda más cargos de poder en la enseñanza. ¿Para qué? Para tenerlo, no para hacer algo con esos cargos.

Desde el retorno a la democracia hasta que ganaron las elecciones de 2004 le hicieron creer al país que ellos, y solo ellos, sabían que hacer con la Educación y una vez que fueron gobierno, para sorpresa de la gente, no tenían un solo plan a no ser el de obtener más puestos en la gobernanza educativa.

Y ahora, a falta de plan propio, salen al cruce de la propuesta que tiene este gobierno. Que es mucho más de lo que ellos jamás hicieron.

La lista puede seguir. Incluso esto de cuestionar al Presidente a causa de un escándalo que involucra, sí, a funcionarios públicos corruptos y estafadores, pero no a gobernantes. Ni los de ahora ni los de antes, que fue cuando empezó esta increíble trenza mafiosa de los pasaportes.

Así pues, están barajadas las cartas. La oposición, desesperada por volver al gobierno, obstaculiza a quien está allí ahora.

Pero no presenta propuestas, solo trancazos.

Esto quizás se explique porque hoy el Frente está en manos de dos grupos extremistas, el Partido Comunista y el MPP. Los moderados ni aparecen y la militancia está conforme con esa realidad.

No parece ser el sentir de mucha gente en este país. Más de lo que el Frente cree, la gente está convencida de la necesidad de la transformación educativa y sabe que la reforma jubilatoria, guste o no guste, es muy necesaria. Si la oposición sigue pensando de esa manera, profundizará su brecha con buena parte de la población que reclama decisiones y avances: quiere que se hagan las cosas. Es para ello que la gente votó a este gobierno y le gusta ver que eso, efectivamente, es lo que está haciendo.

Es fácil decir que uno se opone a todo, no importa de que se trate. Más complicado es explicar a la gente como se gobernaría y que medidas se tomarían en caso de estar en ese lugar. De eso, el Frente Amplio no está mostrando nada.

Esta actitud hostil con argumentos sin sustento, cuando no abiertamente falsos, contrasta con un gobierno que paso a paso y día a día, cumple lo que dijo que haría.

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