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Aún sin renuncias

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No es fácil de entender por qué después de votarse una capitalización millonaria en dólares, no se producen cambios en la conducción de la quebrada Ancap.

Discusiones pequeñas en el Frente Amplio en las que se ponen los intereses de la coalición por encima de los de la sociedad explicarían esta situación, que esta última viene pagando, por querer instalar en la dirección de Ancap a un socialismo de pacotilla, en el ámbito ilegalmente ampliado de una empresa pública.

No obstante, esta escandalosa ausencia de dimisiones admite también otra lectura. En efecto, si renunciaran los directores actuales, cabe la posibilidad que para algunos se diera por lavada la culpa de la que la sociedad no los ha dispensado. Claramente no son ni Coya ni Gómez los responsables principales de esta catástrofe.

El primer gran responsable, que nadie parece recordar, es el presidente Vázquez, quien lideró la campaña en contra de la asociación de Ancap con privados, como circula hoy en las redes sociales. Estas nos recuerdan que el Dr. Vázquez señalaba que la asociación con privados era mala, y que "no nos da garantías de caer en una aventura que puede hacernos perder millones de dólares". "Sí por Ancap, sí por el Uruguay", culminaba el video del Dr. Vázquez que se ha hecho viral.

Por cierto que otras catastróficas asociaciones con privados ya empezaron en su primera presidencia. En ella se armó la asociación de Alur con la Pdvsa de Chávez, que por lo visto sí le daba garantías al Gobierno; o con Cousa, o con quienes ingresaron en las 18 sociedades que Ancap formó. Debe recordarse que en la época se nominó a Alur como el "buque insignia del país productivo". Vázquez no puede por tanto mirar para el costado. Tampoco puede hacerlo Mujica, porque si bien nadie puede pensar que tuviera alguna idea económica, le cabe en cambio la responsabilidad política por acompañar un proyecto de socialismo en chancletas liderado por Martínez y Sendic. Por cierto fue la quebrada Ancap en lo político un proyecto muy exitoso, ya que dio lugar a que Martínez hoy sea intendente y fuera precandidato a la Presidencia; o que De León, principal de Alur, responsable directo de todo su desquicio, sea hoy senador; o que Sendic sea vicepresidente y también fuera precandidato a la Presidencia. Quién puede decir que lo realizado no fue un "éxito" para ellos.

Mucho peor que la falta de renuncias es la votación de brazo de yeso del Frente Amplio en la capitalización, sin la exigencia de contrapartida alguna para con el esfuerzo que nuevamente se le impone a la sociedad. Y vaya si hay exigencias por las cuales responder. Están obviamente las de índole penal, pero en estas líneas se trata de otro tipo de cuestiones. La primera es rediscutir el propio papel de Ancap. Ha dicho un legislador del Gobierno que una empresa pública no tiene por qué obtener rentabilidad, sino que debe ayudar a los uruguayos.

No hay caso más notorio en el que una variable afecte más la suerte de los uruguayos como el precio del combustible. En efecto, mantenerse como el más caro del mundo en tanto baja el petróleo, tiene consecuencias sobre todo sociales. Por citar apenas algunos casos, se trata de pérdida de competitividad externa en sectores que no pueden crecer ni competir, ni generar trabajo; es la suerte de tantos rincones del país condenados a no poder realizar agricultura por las distancias; o tantos negocios inutilizados por el costo de los fletes. Vaya si es un tema social. Y no hay que olvidar que Ancap creó un nuevo monopolio de hecho, el de los biocombustibles, aventura de las más locas si las hay, denunciada desde el comienzo por varios columnistas de este diario. No puede ser que en este contexto de donativos para evitar la quiebra no se proponga ni discutir las funciones que se autoasignó Ancap, ni la ley Nº 18195 de biocombustibles.

Este ente, que atropelló al Ministerio de Ganadería para tener su propia política agrícola y su propia política de tierras; al de Industria para tener su propia política de matriz energética; a Economía para tener su propia política presupuestal o de endeudamiento; a la Cancillería para establecer sus propias relaciones internacionales. A este ente se le da plata a razón de 30 mil pesos por familia sin exigirle absolutamente nada, en un clima de suspender por unos días las vacaciones y luego volver a descansar, mientras el país destruye excelencia y competitividad cada día a través de irresponsables. Por todas estas razones, si Coya y Gómez renuncian o no, sería solo una señal importante de sensibilidad, pero en el fondo los temas gordos, los que golpean a la sociedad, siguen esperando.

Editorial

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