Editorial
La serie española cuya historia gira alrededor de una banda que asalta la Casa de la Moneda en Madrid se convirtió en “trending topic”, como suele decirse ahora, (la lengua inglesa se impone) pero una cosa es la ficción y otra la realidad.
El año pasado en Montevideo todo el mundo hablaba de La Casa de Papel. A estas alturas, es poca la gente que no ha caído aún en la nueva adicción del siglo XXI; las series en streaming, ya sea de Netflix, HBO o cualquiera de las otras cadenas que también ofrece la televisión para abonados, como por ejemplo, Nuevo Siglo.
La serie española cuya historia gira alrededor de una banda que asalta la Casa de la Moneda en Madrid se convirtió en "trending topic", como suele decirse ahora, (la lengua inglesa se impone) pero una cosa es la ficción y otra la realidad. Y uno se pregunta si solo la gente de bien, es decir, la que cumple con la ley, la que paga los impuestos, la que respeta la propiedad privada y los derechos ajenos, es la única que se entretiene con estas seriales que a menudo endiosan a los que delinquen. A los que roban, a los que asesinan, a los que hacen explotar a la gente por el aire, los que trafican drogas.
¿ O será que también en el hampa, en los barrios peligrosos e inclusive en las prisiones, los delincuentes pasan el rato, cuando no están en otras tareas más lucrativas, mirando estas seriales inspiradoras.
Porque lo ocurrido hace unos pocos días, el 3 de setiembre para ser exactos, en la esquina de la Avenida del Libertador y Yaguarón, en la mitad de la ciudad y a la luz del día, con el atraco a una sucursal bancaria, tiene un perturbador parecido con lo que campea en el área del entretenimiento digital o televisivo.
Y la nota informativa al respecto del martes de esta semana en nuestro dia-rio, elaborada por nuestro sabueso par-ticular, Eduardo Barreneche, también obtuvo una lectura de dimensiones épicas, según lo que indican las mediciones que hacemos sobre nuestro producto on line. Pero en este caso se puede afirmar sin temor a equivocarse, que a la curiosidad nata de las personas sobre episodios policiales de ribetes superlativos se suma y en gran medida, el espanto de una ciudadanía que ya no puede reconocer a su país.
El otrora tranquilo Uruguay ha ido perdiendo sin pausa esas credenciales en los últimos años, sobre todo a partir de la llegada del Frente Amplio al poder. Tan inseguro se ha vuelto que ha entrado a competir por primeros lugares en el lamentable ranking de la criminalidad que arrasa en Centroamérica, México y Brasil, donde la vida no vale nada a juzgar por la cantidad de homicidios que se cometen casi a diario.
Pero resulta que en Uruguay, en los primeros 6 meses del año hubo un aumento de los homicidios del 66,4% respecto del 2017 y las rapiñas, que según el Ministro bajarían a un 30%, subieron 55,8%, según datos de Fundapro, no desmentidos. Los cuales muestran a su vez, que en los 8 primeros meses del año ha habido 280 homicidios. O sea, más de uno por día.
Divulgada esa investigación, el Ministerio del Interior dio a conocer la suya, y con retraso, los resultados de una encuesta pedida el año pasado, de victimización. Ella muestra que la inseguridad es lo que más preocupa y de los consultados en Montevideo, un 47,5% la considera una ciudad insegura. A esto se agrega el 7,2% de los que la tienen como muy insegura. El Ministro se vio obligado ante estos números a anunciar una serie de medidas para combatir mejor el delito.
Sin embargo, el asalto y la balacera en la puerta del banco con metralletas y armas semiautomáticas, que no se convirtió en una tragedia mayor por casualidad, da por tierra con las esperanzas.
Los asaltantes que forman una banda temible liderada por dos cabecillas con vasta experiencia en acciones delictivas en lugares comerciales y financieros, junto a otros seis reclutados en cuatro distintas bandas, intercambiaron con los guardias de Prosegur unos 50 balazos. Fueron heridas cinco personas, tres guardias, una persona que caminaba por el lugar y un delincuente que resultó ser hijo de un integrante de los tupamaros, socorrido luego por un médico del que poco o nada se sabe. Tras un acuerdo entre juez y defensor, el criminal cumplirá una pena de siete años, sin salidas. Ya había estado preso por otros delitos y por medio del régimen de progresividad logró salir antes de la cárcel. La remesa bancaria de US$ 180 000 desapareció y aunque identificados, los demás siguen prófugos.
Como si esto fuera poco, ayer hubo un copamiento en Carrasco, en una casa donde habían 4 personas, protagonizado por dos asaltantes muy bien disfrazados de empleados de correos que bajaron de una supuesta camioneta de la empresa. Un vecino atento y diligente llamó al 911 y la policía esta vez felizmente, llegó a tiempo para apresarlos. Así estamos.