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A un año del balotaje

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Se cumple mañana un año del balotaje que diera como resultado el triunfo de Lacalle Pou a la presidencia de la República. Conviene analizar lo que significó esa elección para el país.

En primer lugar, se terminó de asentar una alternancia en el poder que, por cierto, ya se vislumbraba desde los resultados de las internas de junio y de las elecciones parlamentarias de octubre de 2019. A pesar del miserable esfuerzo de la izquierda de relativizar la victoria de noviembre de Lacalle Pou, el resultado de ese balotaje fue un triunfo claro, sólido e indudable.

Para llevarlo a comparaciones internacionales, los porcentajes finales fueron muy similares a los del balotaje que permitió en 1974 a Giscard convertirse en presidente de Francia, y a nadie jamás nunca se le ha ocurrido decir que esa victoria no fue clara y legítima. De igual forma, el triunfo de Lagos de 2000 con el 51,3% en Chile, no fue tan distinto al apoyo que recibió Lacalle Pou hace un año, y tampoco allí a nadie se le ocurrió relativizar la victoria del candidato socialista.

Si se analiza más en detalle el resultado de hace un año, parece claro que los análisis politológicos, infelizmente tan volcados a la izquierda, han omitido señalar con la debida contundencia que el triunfo de Lacalle Pou fue amplísimo a nivel territorial. En efecto, en 17 departamentos del país y en los barrios más poblados de Montevideo, la mayoría del pueblo optó por su candidatura. No fue por tanto una victoria por casualidad, ni por poco margen, ni concentrada en una zona geográfica particular.

Con el enorme desafío de la pandemia, la mayoría que votó por Lacalle Pou y muchos otros centenares de miles que lo hicieron por su rival en el balotaje, constataron que el país votó bien en noviembre de 2019: eligió un gran capitán para enfrentar la tormenta.

En segundo lugar, ese triunfo electoral estuvo apuntalado por un apoyo partidario muy fuerte. En efecto, se trata de otra novedad que se instaló hace ya un año: el surgimiento de la coalición republicana, formada por varios partidos y que asegura mayoría parlamentaria al gobierno de Lacalle Pou. En todos estos meses hemos escuchados a los agoreros izquierdistas anunciar el fin de la coalición, y problemas de gobernabilidad. Nada de eso ha ocurrido: el resultado del balotaje estaba sostenido por un gran acuerdo, serio, responsable, y que viene funcionando muy bien.

Así fue que se aprobaron medidas populares muy necesarias, como por ejemplo las contenidas en la ley de urgente consideración. Importa mucho decirlo con claridad y sin duda alguna: son medidas populares, porque efectivamente reflejan lo que el pueblo votó en octubre y en noviembre de 2019. Pero, además, tan populares son, que el mismísimo Frente Amplio se dio cuenta de que tenía que apoyar a muchas de ellas, al punto que decidió dar su voto a cerca de la mitad del articulado total de dicha ley para no quedar en contra de la corriente de opinión mayoritaria del país.

En estas semanas se repiten los resultados de encuestas que señalan el enorme apoyo que recibe la gestión del presidente. Como para la izquierda esos amplios resultados son intragables, los análisis politológicos han intentado decir que la luna de miel del presidente con la opinión pública sólo se debe a que el gobierno está manejando bien la crisis de la pandemia. En realidad, siguen sin poder admitir que ese gran apoyo popular, el más importante comparado desde 1985, se funda justamente en el gran resultado de noviembre del año pasado, al cual se suma sí al buen manejo de la crisis generada por la pandemia, pero además al cumplimiento de las promesas de campaña.

Como la izquierda no termina de admitir el gran triunfo de 2019 de Lacalle Pou, tampoco termina de asumir que su gran respaldo popular actual no es casualidad, sino que está basado en sustentos muy sólidos.

Y es que hace un año, con el resultado del balotaje, nacía una fortísima esperanza en el alma del pueblo uruguayo. Sin pretensiones de cambiarlo todo de un día para el otro y sin falsas expectativas que frustraran las reformas que hay que llevar adelante, el pueblo dio una carta de crédito a Lacalle Pou para que dirigiera con rumbo cierto un mejor gobierno para el país.

Nadie podía prever las grandes dificultades que llegaron con la crisis de la pandemia. Pero, con ese enorme desafío, la mayoría que había votado por Lacalle Pou y muchos otros centenares de miles que lo habían hecho por su rival en el balotaje, pudieron constatar que, efectivamente, el país había votado bien en noviembre de 2019: había elegido un gran capitán para enfrentar la tormenta. Hoy, Uruguay es reconocido por ello en el mundo entero y sin ninguna duda.

Mañana se cumple un año de la elección del balotaje. Hay muchos motivos para celebrar ese gran triunfo del pueblo uruguayo.

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