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Las vueltas de la vida: Ciencia y Política

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@|En marzo de 2004, luego de Semana Santa o de Turismo, tuvo lugar una reunión en el MEF. Motivo: la crítica situación de esos años y el incumplimiento de los compromisos previamente asumidos que hacían peligrar la sobrevida de la investigación científica en el país. En la misma estuvieron Isaac Alfie, Rodolfo Wettstein por el IIBCE, Rafael Canetti por el Conicyt, Mario Wschebor por Fac. de Ciencias UdelaR y uno o dos más que no nombro porque tengo dudas.

A efectos de lo que se fue a buscar, salió humo blanco. Se logró sobrevivir. Se comprendió y se actuó en consecuencia. El gobierno, o mejor dicho el Estado, dieron lo que podían.

Pasaron 16 años y vuelven a reunirse la ciencia y la política. En el ínterin pasó bastante agua bajo el puente, pero no la suficiente para el regadío de la ciencia y tecnología, la innovación y el emprendedurismo. Se avanzó, pero mucho menos de lo conveniente y necesario - no para la grey de científicos y tecnólogos - sí para el auténtico desarrollo soberano del país.

Ahora, por otra circunstancia, se retoma el diálogo. Si bien el motivo principal es asesorar con criterio científico los sucesivos pasos a dar, primero sobre cómo afrontar el posible avance exponencial de la epidemia, y luego para desarmar las medidas excepcionales que se tomarán. O sea, una asesoría específica, bien importante, que ayudará a no cometer errores mayores.

Sabiendo de antemano que hoy el aporte del saber científico es insuficiente y aun no demostrado. De eso trata el culmen de la ciencia en su más clara acepción: más importante que el saber adquirido es lo que siempre queda por aprender. Y en esto, la pandemia lo exige y demuestra de forma casi brutal.

Dicho lo previo, una sugerencia como simple ciudadano:

Se cometería un error mayúsculo si no se aprovecha el inicio de estas conversaciones para ya disponer que - en el futuro inmediato a la resolución de la crisis - se procederá a hacer la epicrisis, el cierre de la historia que resultará ser sanitaria, social, económica, cultural, medioambiental y más.

O sea, al cerrar la historia que no se supo prever ni prevenir en tiempo y forma, que le siga el inicio de un proceso de aprendizaje continuo. ¿Cómo? Simple, de Perogrullo, priorizando el conocimiento CyT, la investigación y el desarrollo, la innovación y el emprendedurismo.

El apoyo será vía los reconocidos y renombrados científicos de las áreas médicas, las ciencias básicas y aplicadas, y las matemáticas y estadística… con sus equipos en las academias respectivas. O sea, no es un tridente unipersonal, son tres enormes regimientos.

Buena cosa sería que ese conjunto de científicos, sumando otras áreas, comenzaran ya a pergeñar lo que tras cartón habrá que presentarle a la Nación: Un plan de desarrollo a largo plazo para el auténtico progreso soberano del país sustentado en el conocimiento genuino de su gente.
Adviértase que digo “a la Nación” y no a los políticos, pues hasta ahora no han dado la talla en estas cuestiones esenciales que hacen a la vida del país. No me refiero a los discursos, sí a la praxis. Pero no es hora ni cuestión de cobrar deudas pasadas, es momento de comprometerse en la acción y poner manos – neuronas – en movimiento hacia el futuro.

De todo esto trata un ensayo que di por terminado en febrero de este año: Quo Vadis Uruguay. A pesar que no digo una palabra de la pandemia, todo lo ahí escrito tiene que ver con ella. La epidemia es consecuencia, no causa de nuestras dificultades.

La cuestión es que no estuvimos preparados, que estamos retrocediendo y que el pato no lo va a pagar la generación actual - gobernantes y gobernados - sino nuestros hijos y nietos. Salvo que reaccionemos.

¿Daremos la talla?

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