Mi familia y yo nos fuimos de Uruguay en los años 60. Trabajamos muy duro para criar y educar a nuestros hijos y darles un buen futuro. Cuando nos llegó el momento de jubilarnos, decidimos volver a nuestro querido país.

Nos enteramos que habían muchos planes preparados para recibir a los uruguayos que querían volver.

Ya hace unos años que estamos aquí y hemos visto muchas cosas nuevas que nos gustan y también muchas malas que no nos gustan tanto.
Hace una semana recibimos una noticia que nos obligaría a viajar.
Chequeamos nuestra tarjeta de crédito y vimos que nuestra línea de crédito no era suficiente para comprar los pasajes “on line”.

Fuimos a nuestro banco a solicitar una extensión en nuestra tarjeta. Hace 14 años que tenemos esta tarjeta y pagamos el balance completo todos los meses. Tenemos un récord de crédito inmaculado.

Bueno, para hacer esta triste historia más corta, me dijeron en el banco que no podíamos acceder a esta extensión porque nuestra jubilación venía de otro país. Le mostramos nuestros récords bancarios y otra información pero no pudimos conseguir nuestra solicitud.

Gastamos nuestras dos jubilaciones en Uruguay, pagamos los más altos impuestos y la más cara gasolina de la región. Pese a eso, aparentemente el gobierno o los bancos, decidieron que no somos lo suficientemente creíbles como para darnos US$ 1000 en nuestra tarjeta de crédito o en préstamo.
¿Dónde está esa bienvenida que nos darían? ¿Dónde están esas leyes que nos protegerían y que nos prometieron para que volvamos y trajéramos nuestra jubilación y la gastáramos en Uruguay?

Muy triste de que nos discriminen de esta manera.