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Violencia doméstica en alza

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@| - ¿Por dónde rayos penetra el mal en los cuerpos de los humanos para que algunos tengan esas irresistibles ganas de matar?
- Por los ojos, Xerardiño. 

Y siempre fue así. Lo único diferente, respecto al pasado, es la increíble abundancia de ofertas de imágenes, que nos prometen la felicidad inmediata con solo pulsar un teclado. 

Nos sentimos más poderosos que Dios y más inquietos que un mono de tres meses. Así como hemos aprendido a convivir con los ascensores y las cocinas eléctricas, deberemos a aprender a convivir con Internet y su familia, que llegaron para quedarse. 

Era previsible que esto sucediera. Solo cuestión de tiempo. Son tantos los agentes e intereses en juego, que nadie se atreve a cuestionar a los nuevos medios.  

El que vive de prestar dinero inventa, fomenta y fogonea los deseos de quienes solicitan sus servicios. Ese es el oficio de los grandes medios.
La gente es inducida a creer que será feliz si consigue…. (pon aquí una lista inacabable de “necesidades” que no son tales). Se les induce a creer que la felicidad, siempre, reside en la adquisición de… (escribe aquí lo que te parezca inalcanzable).

¿Qué crédito económico podés lograr de intentar hacer razonar a la gente que la felicidad la encontrás dentro de vos mismo o no la hallarás en ningún otro lado, sea una playa en el Caribe, en un crucero o en un buen coche?

Pues eso es lo que nos entra por los ojos, machaconamente, día tras día. La publicidad explota nuestras zonas oscuras y hace aflorar el mal de las almas débiles. 

Nadie se anima a decir, mediante pruebas científicas y oficiales, que la violencia familiar tiene un alto componente de insatisfacción, producto de las ofertas de placer que luego hay que pagar y demostraron ser inútiles en la búsqueda de la felicidad prometida… 

En fin… ¡Bienaventurados somos los que gozamos de la impagable compañía de la misma pareja de hace medio siglo y encontramos nuestro edén imperfecto en el mundo! Nunca mataremos a nuestros seres queridos, porque los valoramos más que a nuestra propia vida.

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