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Vacunación: un mecanismo muy bien aceitado

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@|Cuando se difundieron por la prensa los preparativos que se manejaban para la ejecución del proyecto , me sorprendí pensando lo complejo que era armar y prever que no se presentaran fallas o cómo corregirlas si aparecían.

Felicitaciones al Sr. Presidente por su decisión, por el equipo para trabajo tan complejo y también a los integrantes en quienes confió como ejecutores. Funcionarios públicos, militares, policiales o ciudadanos civiles que aceptaron ese desafío; han cumplido plenamente sus funciones.

Con mi señora estábamos agendado para el 30 de marzo en Rosario. Es de destacar la excelente atención recibida, desde que llegamos hasta que salimos del hospital, incluida la espera post vacunación (en total fue menos de una hora). Esto se repitió cuando concurrimos a darnos la 2da. dosis.
Nuevamente felicitaciones y agradecimiento a organizadores y funcionarios.

No entiendo como personas adultas, mayores de 45 años, pueden estar en contra de la vacunación.

En los primeros años de la década del´60, Uruguay decidió la vacunación masiva contra la Poliomielitis para niños y adolescentes, y se jugó por una vacuna que denominamos “activa”, porque producía y estimulaba la formación de anticuerpos en sangre del paciente. Se descartó la más usada en la época que era la del Dr. Salk, de origen y producción norteamericana, que consistía en mezcla de suero de sangre de monos Rhesus que contenía anticuerpos de la cepas I, II y III (las más frecuentes) del virus, que denominamos “pasiva”.

Esta política, permitió a Uruguay comenzar un programa de vacunación a largo plazo, varios años de repetición anual en las escuelas llegando a quedar libre de esta enfermedad que había producido el deceso de muchos niños principalmente; y quienes lograron superarla quedaron con secuelas más o menos graves según qué cepa los atacó y con qué urgencia fueron tratados.

Anteriormente, década del ´40, siendo alumno de escuela rural, dos veces por año generalmente, recibíamos un equipo de vacunación, uno o dos médicos y dos o tres enfermeras. A los escolares nos inoculaban una vez con una vacuna “Antidiftérica” y la otra “Antivariólica”. A los vecinos mayores los vacunaban con “Antitifus”.

Cualquier plan de vacunación tiene un costo relativamente importante, pero jamás se acercaría al 10% del importe mal gastado en comidas y viajes (200.000 + 100.000 dólares), uno de los muchos rubros de la regacificadora (El País 23/5/21).

Todo esto debería hacer pensar a los rebeldes en su error sobre la vacunación.

¿Alguien puede pensar que esas enfermedades, que tanto dañaron al país, se las llevó el viento en alguno de los temporales que soportamos?

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