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Utopía o realidad

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@|Hoy transcurre mi vida con 81 años de existencia y en ese período, se han acumulado infinidad de anécdotas vividas en mi actividad profesional o simplemente vital, pero en particular quiero hacerlos partícipes de una conversación vivida hace más de 50 años, cuyo contenido se reitera cíclicamente o simplemente se mantiene siempre con vigencia y actualidad.

Ésta, sin embargo, como tantas cosas de interés, parecen ser más una utopía, que con el transcurrir del tiempo parecería alejarse de su pronta ejecución, a pesar de ser no sólo de sentido común sino de real y verdadero interés social.

El interlocutor en aquella conversación era un inmigrante italiano que llegado a nuestro país en busca de un futuro, resolvió vivir con el esfuerzo diario de quien humildemente trabaja la tierra con amor y así, sin alardes, supo crear una gran empresa, iniciando en 1922 con la compra de un terreno en Camino Burgues, lo que sería luego el prestigioso Jardín Las Palmas.

Ese hombre, Don Nicolás Notaro, con su característico acento italiano, era una persona de agradable conversación, de amenas anécdotas y en cada visita que yo hacía por trabajo o sólo el placer de sentirse en ese edénico rincón de la naturaleza, lo buscaba para saludarlo y disfrutar unos momentos de su amena compañía.

Así aprendí un poco de plantas y mucho de filosofía de la vida, de un humilde trabajador agradecido a su país de acogida, buscando siempre con sus palabras o actitudes dejar un pensamiento positivo que pudiera servir para ayudar a los jóvenes que no hubiesen nacido en cuna de oro, elevarlos, aún desde su humildad, enseñándoles en su edad de indecisión una herramienta que les permita crearse un buen futuro.

De tantos gratos recuerdos de ese hombre que con su esfuerzo se estaba labrando el suyo, para sí y su descendencia, me ha quedado grabada una frase que mantiene, aún después de más de 50 años, una vigencia absoluta… Y con ese característico tono de tano me decía: “¿Sabe amigo qué precisa este país, con tanta tierra sin cultivar y tantos muchachos sin estudiar ni trabajar, sabe qué precisa? “Servicio Agrícola Obligatorio”, desde los 18 a los 20 años; aprendiendo a querer la tierra que sin pedirnos nada, tanto nos da; enseñándoles a trabajarla y así saber que con el sudor de la frente también se puede crecer en la vida”.

Y agrego yo, con una herramienta que no es rehén del capital y factiblemente puede viabilizarse con una pequeña ayuda del Estado a través de Institutos idóneos a esos efectos.

Actualmente, la pandemia que ha lesionado, en particular al trabajo, crea a la vez oportunidades y en este momento aquella “utopía” podría transformarse en “realidad”, si un Gobierno Nacional toma la idea como oportuna y conveniente y lleva adelante el “Servicio Agrícola Obligatorio”.

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