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Turismo argentino

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@|La frase dura sigue sonando cada vez que un conflicto no puede explicarse por vías razonables. 

Mientras Brasil sale del bajón del otro lado del río, las cosas se ponen cada vez más difíciles y las medidas más ineficientes para el mal que existe; que no es más que una forma de pensar la política, al decir de Mujica, como que está por encima de la justicia.

Las prohibiciones suenan como tentación poderosa para saltarles por encima. Más, cuando perjudican a propios y extraños.

Si no hay dólares en Argentina, sólo se explica por lo que se ha hecho y se sigue haciendo con su economía.

Mientras siga siendo negocio vivir del Estado; mientras menos del tercio del país paga las cuentas y se asfixia al hacerlo, esos sonrientes billetes verdes vivirán cada vez más lejos.

Lo que no queda claro es qué tenemos que ver nosotros con ese problema.
¿Por qué se nos castiga y se hace lo propio con ese tercio que trabaja y paga las cuentas y se les impulsa a no poder salir de su país y visitar el nuestro?
¿Y por qué nuestro saliente Jefe de Estado se solidariza con ese intento?
Todo intento de huir del mundo real con sus reales problemas lleva a dos caminos posibles. La locura es uno y la catástrofe el otro.

Como se ve, ninguno es una salida atractiva. Cerrar la economía no resuelve el problema y ellos y nosotros somos testigos.

Y si no basta, recordemos un ejemplo: la lucha de Artigas por la apertura de los puertos para el comercio interior y exterior. Y cómo terminó este asunto en lo que la historia recuerda como “La Guerra del Paraguay”.
Cuando no queremos ver el mundo estamos a punto de sufrir la aventura del Titanic.

Por lo tanto, cada vez que oímos decir que "vamos a resistir lo que atente contra conquistas", tomemos el trabajo de pensar si el costo de esa "resistencia" en realidad ya no se paga con mala calidad educativa, desempleo creciente y estancamiento productivo.

Las aventuras de Ancap, Pluna, regasificadora y otras lindezas también van en la cuenta.

Las amistades de algunos olvidan que los países no tienen amigos eternos. Y sí intereses que no es lo mismo; ni parecido.

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