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¡Qué tupé!

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@|Me gustaría compartir mi experiencia como hijo de una maestra; al estar en cuarentena paso más tiempo con mi madre y en estos días hubo algo que captó mi atención. 

Hoy por hoy, se hace difícil comprender por qué hay personas que rechazan un menú nutritivo, recién elaborado y todavía calentito como el que brindan nuestras escuelas.

Sin embargo, ¡esto sí sucede!

A la semana siguiente de haber suspendido las clases, se comenzaron a anotar a los niños que "supuestamente necesitaban" seguir recibiendo alimentación, ampliando la cobertura permanentemente con el fin de dar la oportunidad a más estudiantes.

Cabe destacar el compromiso tanto del personal docente como de las autoridades, en cuanto a la implementación y organización de este nuevo desafío. Pero lo que resulta inexplicable es que haya familias que no levanten su comida, a pesar de que se les informa debidamente, se les recuerda por diferentes medios y además, se les brinda un amplio horario.

Por otro lado, hay quienes tienen el tupé de rechazar el menú, simplemente porque no es de su agrado. Y estamos hablando de una importante cantidad de viandas sin levantar cada día en diferentes escuelas; ya que me informé al respecto.

Todo esto me llevó a reflexionar: ¿qué pasa con esta gente?

Yo me siento orgulloso de que en nuestro país se brinde alimentación a los más necesitados, pero también me da impotencia esa gente que no deja lugar al que verdaderamente lo necesita; ¡no tenemos para tirar manteca al techo!

Entonces, por un lado veo al gobierno organizando diferentes tipos de apoyo, las empresas y diversas instituciones haciendo un gran esfuerzo así como a mucha gente pidiendo donaciones para apoyar a los que más lo necesitan, mientras que por otro lado, hay gente despreciando lo que se les da, que por cierto no es gratis; ya que alguien siempre se hace cargo de su costo.

Somos un país solidario por naturaleza, por lo tanto, las donaciones y la ayuda siempre van a estar, pero desde mi punto de vista creo que, como en todos los órdenes de la vida tiene que haber reglas; estableciendo límites y sanciones, para que la verdadera justicia social e igualdad de oportunidades fortalezcan nuestra sociedad.

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