@|Soy ferviente admirador de nuestro Presidente. Su gestión ha colmado las máximas expectativas que podrían suponerse: la coalición de gobierno; su plan de trabajo; la elaboración durante largos meses antes de su asunción de la LUC, su aprobación y puesta en marcha y sus inmediatos resultados; su figura comandando al GACH y su Consejo de Ministros ante el advenimiento del flagelo del Covid-19; su presencia entre la gente, sin mayores protocolos, satisfaciendo miles de selfies con sus seguidores, su dialéctica política, su carisma; su don de gente; su trato ante los medios de prensa sorteando siempre con una sonrisa las más ponzoñosas preguntas de un periodismo mayoritariamente afín a la ideología de oposición, intentando siempre, infructuosamente, lograr un traspié.

Han pasado 18 meses intentando y casi logrando enderezar un gobierno que venía escorado, haciendo agua, recibido además con un déficit fiscal enorme y con el imprevisto ataque de la pandemia sanitaria. Y ahora, aparentemente con aguas más calmas (más allá de las arteras embestidas de una oposición inconsolable, acumulando rencores, a la par de aciertos del gobierno de coalición), parecería haber llegado el momento de mirar para adelante y encarar las falencias que se detentan ostentosamente; luego de años de desidia, olvido u omisión de gobiernos falsamente “progresistas”, que solamente trajeron retroceso y regresión en temas tan dolorosos y primordiales como: Educación, Reforma del Estado, Erradicación de Asentamientos.

Es el momento de demostrar con valentía la fuerza de su personalidad y el arrojo de su experimentada juventud, y atacar de raíz estos problemas de la sociedad, dejando de lado las medias tintas o la burocrática política tradicional.

Hay que atender, quebrando todos los palos que se pongan en las ruedas, las impostergables urgencias, pero a fondo, hincando el diente como rottweiler, sin aflojar la mordida hasta lograr el cometido.

En Educación no vamos por buen camino. Sin planes radicalmente novedosos, con mucha más dialéctica que avance, con un gremio mal preparado y reacio a todo cambio.

En la Reforma del Estado, nadie se atreve a “ponerle el cascabel al gato”; y así la burocracia estatal sigue solazándose a sus anchas, chupando como sanguijuela las arcas del Estado…

Y en cuanto a los Asentamientos, ante una inconmensurable herida social, el gobierno plantea, casi ingenuamente, colocarle una bandita plástica. Mal, vamos mal, o más bien, con sinceridad, no vamos.

Estos 3 temas cruciales para el futuro de nuestra sociedad deben ser de absoluta prioridad para el gobierno; dedicando imaginación, tiempo, corazón, sudor y todo el dinero necesario para el logro de los fines a los que se aspiraba antes de la asunción y que pueden catapultar a la coalición a una necesaria reelección para poder seguir ordenando el Uruguay y encaminarlo a un futuro venturoso.