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Sueños de una noche vieja

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@| Creí haber soñado que Ancap era una empresa publica monopólica y eficiente que nunca podría perder 800 millones de dólares donde además en algún cajón alguien que aun no se sabe quien fue había dejado cheques de Pluna por concepto de suministro de combustibles por 25 millones de dólares. Que su presidente de turno dijo obstentar el titulo de licenciado en genética aunque nunca lo pudo exhibir mientras usaba sus tarjetas corporativas en uso y provecho propio.

Que Pluna se fundió dejando millones de dólares de perdida que el pueblo debe pagar y que el gobierno manipulo un remate de tinte vergonzoso y novelesco que implico al Presidente de la República al Ministro de Economía y al Presidente del Brou y para colmo de males se habilitaron otros prestamos de millones de dólares para otra empresa de aviación ALAS que duró lo que un lirio.

Que además en un rancho muy famoso se cocinaban asados a la mejor muestra de los clubs de amigos donde se pergeniaban negocios con algunos personajes siniestros muy conocidos que luego de conseguir prestamos de varias decenas de millones de dólares que se esfumaban en beneficio propio y estos luego se rasgaran sus camisas confesando “ser frenteamplistas de alma”.

Podría seguir citando otras empresas como Alur y empresas cooperativas que recibieron prestamos parecidos sin ningún retorno para la sociedad.
Creí también haber soñado que iban a haber menos empleados públicos o por lo menos mantener la misma cantidad pero todo indica que desde el 2005 hasta la fecha hay cien mil mas, alrededor de trescientos mil.
También soñé que las tarifas públicas después de tantos anuncios y promesas, no subirían; que la seguridad y la educación habían mejorado.
Que ya no habían en el país trabajadores y jubilados -alrededor de 800.000- con ingresos menores a $ 18.000 mensuales cuando la canasta familiar se cotiza alrededor de los $ 65.000 mensuales. 

Que se había abandonado el MIDES porque no tiene absolutamente ningún rescate social que amerite la posibilidad de sostenerlo. 

Ese es el sueño de la última noche del 2017 y desperté en el 2018 con más de lo mismo. ¡¡Feliz 2018!!

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