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Y su sueño sucumbió

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@| Si miramos apenas algunos años atrás en la historia tal vez parezcan muchos, pero para la historia de éstos lugares veinticinco años es muy poco.

Y ese tiempo es precisamente el que muchas personas eligieron la franja costera de Canelones totalmente ondulada por enormes médanos tapizados por las pinochas que caían de los enormes pinos que adornaban un paisaje de singular belleza.

La casita de la playa era común en muchas familias que la usaban para pasar un fin de semana o sus vacaciones veraniegas pero eso cambió con las circunstancias económicas que afectaron a la sociedad uruguaya y la casita de la playa pasó a ser lugar de residencia permanente de quienes huían del bullicio, inseguridad o buscando la paz y tranquilidad que regalan estos parajes.

Los años pasaron, la gente se fue viniendo a la franja costera y poco a poco el flujo fue tal que hasta formaron lo que es hoy la segunda ciudad del país en población.

Pero las consecuencias fueron nefastas desde el punto de vista ecológico.
Solo basta pensar en las razones que nos llevaron a elegir estos hermosos paisajes con miles de pinos en sus blancas arenas.

Pero la emigración fue creando una población necesitada de servicios que la zona no les daba y así fue necesaria la tala de los pinos para poder construir viviendas y con éstas vinieron los pozos negros donde verter las aguas residuales producidas en cada hogar.

Pero hasta ese momento la zona era ligeramente elevada por sus médanos y los miles de pinos absorbían mucha de las aguas que el terreno producía o en él se vertía.

Los años pasaron, la población creció indiscriminadamente, proyectos inmobiliarios se acercaron tratando de ofrecer viviendas en un lugar tranquilo, seguro y cercano a la capital.

Muchos adquirieron propiedades y hoy hay desde barrios parque, complejos habitacionales, viviendas modestas, algunas precarias y se observan hasta barrios enteros construidos con contenedores adaptados para viviendas.

Pero para ello la tala fue indiscriminada, ya no hay pinos que absorban las aguas y basta escarbar apenas un metro para encontrarse con aguas mugrientas y contaminadas en cualquier parte de la Ciudad de la Costa.
Si, nadie pensó en un futuro como lo hicieron y soñaron los primeros habitantes de estas tierras.

Muchas voces se alzan reclamando esto o aquello, libertades, reivindicaciones, protestas por inseguridad o muertes, todo muy respetable.
Pero, tal vez sea el momento de ponerse a pensar en todo el daño que se le ha causado a este lugar que Pérez Butler, García Lagos y otros pobladores soñaron pensando en futuras generaciones que hoy, solo ven desvanecerse día a día aquellos proyectos.

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