@|Leyendo y oyendo a los sindicatos docentes, me queda la sensación que vivimos en mundos, no sólo distintos, sino, más aún, imposibles de comprender.
Creo volver al 95, cuando Germán Rama y su equipo, entre los que estaban como ahora en Eduy21 notables figuras de todo el espectro político, se esforzaban por intentar que los mismos sindicatos comprendieran los alcances y futuro de la Reforma.
Los argumentos son cuasi exactamente los mismos: reforma pensada en el exterior (OCDE) se dice hoy, antes era el BID y "mercantilizar la educación". Junto a esto, hacer de ella un sistema funcional al mercado dotándolo de personas casi robots para su función.
“Para qué futuro educamos”, es un libro clásico para mi, de autoría de una enorme docente, Reina Reyes. Y esa es la pregunta que creo necesario efectuar ante lo que el mundo nos plantea como desafíos.
Aquella Reforma planteaba la educación por asociación de asignaturas de forma de facilitar su comprensión y participación de los alumnos, tenía como condición la adecuación y formación docente, para lo que estableció seis centros de formación en el interior que dieran los elementos para apuntalar el cambio.
O sea, proponía el cambio y daba oportunidad para hacerlo efectivo. Como contrapartida exigía que los docentes "reciclaran" su propia formación. Y con el paso del tiempo y lo que se leyó y oyó hasta hoy, esa era la gran reacción al cambio. Los docentes no aceptaban el proceso y para hacerlo aducían que era "mercantilizar" la educación.
La pregunta básica es la que se formulaba Reina Reyes, a qué futuro apunta la educación. Y las respuestas siguen siendo las mismas.
Al mundo real, de la tecnología y los cambios cada vez más frecuentes que nos hacen deshechar aparatos de pocos años de uso por obsoletos. Todo el palabrerío de excusas pues lo que no considera es a ese mundo real. A la deserción enorme en la mitad de la segunda enseñanza porque ni comprende a los alumnos y por eso mismo no les demuestra utilidad.
Hay conciertos de palabras críticas. Coinciden en que la propuesta es "deshacer la educación pública". El asunto es que la LUC no habla de esos "programas reaccionarios". Solo se limita a hacer del gobierno de la educación un problema nacional que decida la nación por sus representantes elegidos entre todos sus ciudadanos. Y eso tal vez es lo que opaca la cuestión. Se trata de cambiar. Se trata de que el gobierno retome el ejercicio de asegurar la educación. Que ella no quede en manos del inmovilismo que se preocupa sólo de "sus derechos y conquistas" que identifican con el interés colectivo. Y de cuyo resultado no hay duda alguna. Es pésimo.