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Sensación térmica

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Inseguridad pública

@|El sábado de Semana Santa, saliendo de mi casa a las 7.30, fui interceptado por un delincuente el cual colocándome una cuchilla en el estómago, me exigió la entrega del efectivo que portaba. Estuve a punto de trabarme en lucha con el mismo, pero fugazmente pasó por mi mente la imagen de mi esposa, hijos y nietos y aplicando el “protocolo Bonomi” opté por no resistirme y entregar el dinero. Afortunadamente no me lastimó, porque a veces incluso entregando el dinero, te matan igual. 

Habiendo cumplido a rajatabla con las recomendaciones de nuestro inefable Ministro del Interior, ahora le pregunto, con la mayor cortesía, ¿qué medidas tomará para resarcirme del daño. ¿O la recomendación es solo para salvar mi integridad? 

El dinero sustraído no me interesa, pero el daño moral y emocional que me provocó es enorme, no tanto por mi, sino pensando en todos mis seres queridos que andan por las calles del país y pueden morir en cualquier momento. 

Sr. Bonomi, Ud. no me da ninguna garantía. Desearía con todo mi afán que dé un paso al costado y deje de pontificar con sus numeritos estadísticos. Le aclaro para su tranquilidad que no hice la denuncia, así que tiene suerte que las rapiñas y hurtos seguirán bajando en la estadística. 

Los ciudadanos estamos hartos de tanta inseguridad. Los ciudadanos de a pie no tenemos coches blindados ni guardaespaldas, ni seguridad alguna. Andamos a la buena de Dios. Yo sé que es imposible ponerle un guardaespaldas a cada ciudadano, pero sí es posible retirar de circulación a la manga de delincuentes que andan sueltos por nuestras calles.

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