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Salven al Cabo

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@|Así como grano a grano de arena se formó, es así, sin darnos cuenta, que se está destruyendo. 

Lo lamentable de esto es que es evitable, reparable aún hoy. 

Conozco el Cabo desde los ‘70, aquella época en que vivían los que aún trabajaban allí, gente sencilla, poca, viviendo sólo del medio, sin ruidos, sin nada casi del exterior, con elementos casi caseros. 

Año a año, vemos como aumenta el número de visitas, ya sea por el día, como los que pernoctan, acampan o alquilan. 

Esto se les está yendo de las manos; ruido, degradación y polución ambiental por parte de los camiones, como de los mismos turistas que los he visto orinar y algo más en las perdidas dunas... 

Gente con tablas para “surfear” en las dunas, tirando latas y botellas entre las rocas, haciendo ruido de más por doquier, olvidándonos que esta zona es ( o era ) reposo y vida de lobos, aves, etc. 

Calculen ustedes cuántas idas al “baño” habrá por día de estos miles de visitantes... 

En una época, lugares como la Barra, José Ignacio y la misma Punta del Este fueron esto: arena, rocas, aves, lobos, etc. 

No dejemos que el Cabo se destruya, no dejemos construir más, eliminemos todos los “ranchos” que se edificaron sin permisos, en zonas públicas, con el mero fin comercial. 

Pongamos como en los mejores lugares del mundo un límite a la entrada diaria a la zona. 

Prohibamos los ruidos, fiestas, etc. Multemos por el desecho de basura fuera de los lugares establecidos; multemos por todas las acciones que poco a poco van deteriorando el suelo, el aire, todo; pongamos varios guardaparques controlando y multando. 

El ingreso, aunque sea más costoso, debe hacerse por otra vía, no con camiones, sino caminando o con carretas, caballos, etc., como se hacía antes del “Francés”, vehículos que no deterioren tanto las dunas, el aire, el silencio. Esto contribuiría con el medio porque ingresaría menos gente. 

Estas acciones se realizan en otros lugares del mundo, donde, por ejemplo, hasta se los revisa al entrar y luego al retirarse, para que no ingresen elementos contaminantes, y no se lleven recuerdos que sean parte del patrimonio. 

Si se quiere se puede, claro, dejando de lado los intereses personales y comerciales, poniendo como prioridad conservar uno de los lugares mas vírgenes que aún tenemos, y que sino, de lo contrario se quedarán sin el pan y sin la torta...

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Punta del Este.

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