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Réplica al Dr. Diez de Medina

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@|En su nota publicada en Ecos el 15 del corriente titulada “El acuerdo en el puerto” y luego, en el reportaje que le efectuó Radio Carve, el Dr. Diez de Medina, se ha referido a mi persona y corresponde que rectifique algunas manifestaciones que él mismo realizó.

En la referida nota, en forma reiterada manifiesta que, es mi amigo, pero en el reportaje radial demostró que no lo es.

El Dr. Diez de Medina tiene, como abogado, todo el derecho de desempeñarse como tal patrocinando a TCP Katoen Natie, percibiendo suculentos honorarios, y en la gestión que lleva a cabo disentir con los que entendemos que, en ese contrato, la libertad de competencia ha sido agredida y que se cometieron otras ilegalidades.

Pero a lo que no tiene derecho es el de atribuirme, gratuitamente, la condición de “asesor de Montecon”.

Oportunamente, se me ofreció la oportunidad de realizar una consulta a favor de TCP- Katoen Natie y la rechacé para poder conservar mi independencia académica y, al mismo tiempo, informé que iba a adoptar igual criterio si el ofrecimiento me lo realizaba Montecon.

Mis opiniones están inspiradas sólo en el amor que tengo por mi país y en mi especialización en temas marítimos, fluviales, marítimos y portuarios que se inició en 1965 cuando fui designado profesor de Derecho Internacional Marítimo en la Escuela de Guerra Naval.

Posteriormente, me desempeñé como uno de los negociadores uruguayos del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, del Estatuto del Río Uruguay y de otros tratados internacionales, luego como presidente alterno de la delegación que participó en la redacción de la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar y más tarde como Presidente del Directorio de la A.N.P. y de la Junta Interamericana de Puertos.

Por mi trayectoria y por mis numerosas publicaciones sobre estos temas, fui designado profesor de la Academia de Derecho Internacional de La Haya, donde dicté el curso sobre “Transporte Marítimo y régimen portuario”.
Por todo ese largo derrotero, en estos temas, la Armada Nacional me condecoró con la Orden 15 de Noviembre de 1817.

Esos antecedentes y el amor a mi país son los que me inspiran a analizar esta difícil y compleja problemática del puerto de Montevideo, no los honorarios que, eventualmente, hubiera podido percibir.

Atribuirme la condición de asesor de una de las empresas involucradas, no solo es hacer una falsa afirmación, sino sobre todo incurrir en una grave falta de respeto a un colega del que se pretende amigo.

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