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Rehabilitación carcelaria

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@|La rehabilitación carcelaria por medio del trabajo, oficios, estudios, etc. es lo que les permitirá a los reclusos al cumplir su pena, acceder con mayor facilidad al mercado de trabajo y reintegrarse a la sociedad; ya que de no poder hacerlo, muy posiblemente volverán a delinquir en consecuencia.

Si se ha cumplido con el plazo de reclusión que determinaron las autoridades judiciales, toda persona tiene derecho a tratar de reorganizar su vida. Pero sin las herramientas adecuadas, aunque desee rehabilitarse, tarde o temprano volverá a delinquir.

La rehabilitación carcelaria además, por estos medios, es lo único que puede permitir a quienes cumplen una pena, sobrellevar de la mejor manera las condiciones de hacinamiento y tolerancia a las normas severas que en las instituciones penitenciarias los mismos presos imponen a sus compañeros.

A pesar de los esfuerzos de la Policía Penitenciaria, hay siempre un grupo de internos que comanda al resto, imponiendo sus reglas y castigando a quienes no las cumplen. Esto puede significar el horror de los horrores, provocando miedo a la población carcelaria por las represalias que pudieran sufrir por no respetar a quienes mandan internamente.

De ahí la importancia de buscar la manera de proporcionar a los reclusos los medios de aprendizaje para que voluntariamente puedan acceder a ellos durante el período de reclusión; permitiéndoles además el respiro de poder salir de sus celdas en ese momento del día, estar ocupados y prepararse para un futuro laboral.

Bien sabemos que la categorización de quienes pueden acceder a estos recursos instructivos o de capacitación no es fácil, ya que están los que por su peligrosidad requieren mayor vigilancia, y están también los que se niegan a tomar la opción mencionada, aunque sea difícil creerlo.

Pero seguramente sí puede ser una elección para muchos presos de buena conducta, para que con trabajo que siempre honra y dignifica, tengan la esperanza de un futuro laboral y que no les ocurra como a tantos, que salen de la cárcel peor que como entraron.

Tiene que ser muy difícil para un gobierno que maneja recursos limitados, disponer de todo lo que precisaría para este emprendimiento. Pero si se toma en cuenta que podrían utilizarse – a modo de ejemplo – predios, terrenos, chacras del Estado y sus Ministerios, o de particulares, para que estos individuos puedan hacer agricultura y cultivar alimentos para su propio consumo, o talleres de carpintería con productos que puedan ser comercializados, o construcción de bloques para la construcción, etc.; no sería tan oneroso poner a andar un proceso que sólo implicaría contar con la vigilancia adecuada y guías preparados para la enseñanza de las actividades a realizar.

Podrían darse en pequeños grupos, en diversas locaciones públicas o privadas del Interior del país, siguiendo el ejemplo de la chacra de la cárcel de Minas, entre otras, donde los reclusos realizan diversas actividades que los ayudan a estar activos y a mantener su equilibrio emocional. El hecho de que sean grupos reducidos, va a ayudar a facilitar el hospedaje en los lugares elegidos, en forma digna, aunque sencilla.

Todos sabemos que al ser víctimas de un delito, se despierta nuestra rebeldía más profunda. Pero sin querer ser permisivo ni proclive a justificar a quien delinque, no debemos olvidar el hecho de que muchos de los que están presos son personas que provienen de hogares donde la droga, los vicios y las carencias básicas los lleva a ser lo que ven y aprenden, en un camino sin retorno, donde pasan a ser indiferentes a la vida y valores de sus semejantes.

A pesar de que éste es un tema que no agrada a nadie, tampoco podemos ignorar que existe. Como también que ninguno de nosotros está libre, por error, descontrol emocional o accidente, de cometer un acto que nos lleve a esa situación.

Como principio básico, debemos resaltar que la Educación es la única manera de que progresivamente la violencia, los delitos y por ende la población penitenciaria disminuyan en un futuro.

Cabe destacar que afortunadamente hay ya organizaciones que ayudan a los recién liberados a reinsertarse en la sociedad, lo cual es meritorio y valorado. Pero aún así, deben acentuarse los esfuerzos estatales y particulares dirigidos a la rehabilitación carcelaria, para bajar los delitos y la violencia y hacer valer los valores humanitarios que deben regir en nuestra comunidad.

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