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Reforma en la Avda. 18 de Julio

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*|La ciudad es de todos, incluida la querida, emblemática y principal avenida. 

Y por eso, nos creemos con derecho a opinar sobre esas reformas. Casi como una obligación ciudadana, como votar o vacunarse. Y entonces nos parece que el Intendente y su Director de Movilidad, los visibles adalides de este plan, podrían escuchar algunas consideraciones sinceras de quienes transitan sus calles. 

Veredas- Éstas han sido concebidas provisoriamente para que la gente se desplace por ellas, hoy día, con razonable comodidad. No vemos necesidad de ampliarlas y mucho menos en detrimento de la calzada. 

Bicicletas- Cuando el Sr. Martínez invitó al ingeniero dinamarqués Ian Gehl que había, con buena campaña, conseguido convertir a Copenhague en ciudad ciclista, se inflamó el entusiasmo del entonces Intendente -aficionado al pedal- por un “cambio cultural” en la vida de los montevideanos. Así nacieron las ciclovías. Se nos ocurre que no pensó en que los uruguayos no somos escandinavos, que tenemos nuestra propia identidad cultural y costumbres. 

Por otra parte, nuestra ciudad no tiene nada que ver con aquella. Y que las personas que iban en bici a sus ocupaciones la reemplazaron, cuotas mediante, por motos en enorme cantidad. Esto influyó para que la circulación de ellas se volviera mínima.

Quizás, buena parte convertida en deporte dominguero. Entonces, sus sendas especiales, en el intenso tránsito vehicular de 18, por su peligro, deberían, como en las carreteras, sensatamente, estar prohibidas. Y no nos imaginamos a oficinistas, vendedores de tiendas, etc. de la avenida, montados en dos ruedas camino al trabajo. La obsesión por esas ciclovías, seguramente casi solitarias, achicarían sensiblemente la calzada complicando aún más la circulación del cada vez más creciente volumen de automotores. Pero se piensa excluir por horas el tránsito de automóviles. Calcúlese los embotellamientos por Colonia, por ejemplo. 

Salud- Esas largas filas, moviéndose lentamente, provocan una grave, gravísima polución que afecta considerablemente la salud de vecinos y transeúntes. Por eso, en todo el mundo, se trata de abrir, ampliar espacios que permitan dar más fluidez a ese movimiento. Ensanchar, abrir, ampliar. No restringir, al menos, en la medida que sea posible. Por la salud del medio ambiente. Su cuidado es la obligación de todos y mucho más de autoridades. 

Embellecimiento- La de los desfiles, de las protestas, de los homenajes, hasta de las rebeldías... nuestra amada 18, merece ser adornada. Pero sin desvirtuar su misión específica, vía de tránsito vehicular. Sin embargo, las columnas de alumbrado son excelentes soportes (como ya existen) para plantas y flores. Y se cuenta también con los cables aéreos que la cruzan, como se hace en carnaval desde hace aquellos recordados desfiles.
Prudencia- Poner en marcha un plan que va a afectar a tantas personas no parece adecuado justamente cuando está por concluir el ciclo de este municipio. 

¿No sería prudente consensuar con las nuevas autoridades al momento de su elección para tener así una mayor seguridad de lo que más conviene a la ciudadanía?

Porque los ciudadanos... son los dueños de la ciudad.

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