
Recambio y esperanza
@|Tiempos de recambio y esperanza.
Felizmente llegamos al traspaso de mando el 15/2 en el Parlamento y el próximo 1/3 en el Ejecutivo. Pero en esta oportunidad es mucho más que saludable rutina constitucional. Se trata de un doble cambio: de visión de país y generacional. En la infinita batalla de la sensatez contra la demagogia, ya sean de las perimidas izquierdas o derechas, asoma una esperanza de progreso con los pies en la tierra.
Se ha logrado concretar un proyecto de país asentado en realidades y para un mundo vertiginoso. Con ecuánime respaldo político devenido de la voluntad popular y abierto a más inclusiones constructivas. Nos recuerda a 1958 y su famosa CIDE, cuyos beneficios vivimos hasta hoy. Período en que nuestra generación presenció el deslumbrante avance técnico-científico que ya es moneda corriente de nuestros nietos.
Ahora nuestros hijos toman el timón decididamente y ya apurados por los suyos.
Nuestro Partido Nacional ha vuelto a dar un conjunto de hombres y mujeres de enjundia, liderados por un caudillo en ciernes que se ha ganado el respeto y la confianza general.
Dedicando su vida a la política conformó equipo e ideas para los nuevos tiempos y así conquistó la mayoría partidaria.
Y sin desmayo tejió confianzas y alianzas extrapartidarias sin mengua del sistema de partidos, verdadera garantía de los votantes.
Y así, coincidencias y retos mediante, se lograron las mayorías de Octubre, el triunfo de Noviembre y el vigoroso gobierno que se instala.
El sentido deceso de Don Carlos Julio parece sellar el recambio.
Su gran ejemplo de demócrata integral, navegando bonanzas e iniquidades, es denominador común de nuestra generación con sus ganadas y perdidas.
Y es buena hora que la gerontocracia demos lugar al nuevo mundo con orgullo y esperanza.