@|He visto el nuevo proyecto presentado y me parece decepcionante, anodino.
El atractivo del proyecto original era su rascacielos de 270 metros.
Los turistas, ya fueran paulistas, porteños o del hemisferio norte, tenían el atractivo insuperable del mirador panorámico, más alto que los de las ciudades de donde provinieran. Pero claro, con la panorámica del océano Atlántico y de Punta del Este y sus alrededores, desde la altura. Así, nuestro balneario hubiera estado “a la altura” de Francfort, Las Vegas, Miami, Seattle o Toronto. Esta alternativa sigue apelotonando edificaciones en los cien metros de altura (30 pisos), lo que no es atractivo y obstruye la visibilidad del paisaje.
Punta del Este requiere menos edificios, pero de 300 o 400 metros de altura, rodeados de parques y arboledas.
Esta nueva propuesta es común y silvestre, no presenta las características excepcionales y admirables del proyecto original. Meramente nos ilustra la cobardía de inversores y autoridades, ese temor a lo nuevo, a lo diferente, a la excelencia que solía destacar al Arquitecto Viñoly y lo posicionaba muy por encima de sus colegas locales, los que nos pueden llevar a que nuestro principal balneario quede como Cancún, o -peor aún- Acapulco o Mónaco.
¡Cuidado! Aún hay tiempo, volvamos al proyecto original, con o sin el puente, pero con el esbeltísimo rascacielos.