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Hasta pronto, Uberlandia

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@| Hace siglos, la gente creía que la Tierra era plana y que todo giraba y se movía, incluso el Sol, a nuestro alrededor. Pero llegó el día que la realidad del Universo iba a prevalecer. Los equivocados dogmáticos desaparecieron, no sin antes llevarse con ellos cualquier voz disidente, demorando el avance del conocimiento sólo para sustentar sus equivocadas creencias.

Hace pocos días un Juez de Trabajo resolvió dictar sentencia a favor de un empresario que entendía que era empleado de Uber y le correspondían licencia, aguinaldo y salario vacacional.

Muchos juristas podrán coincidir en el sustento legal del fallo, y salvo que los Jueces tomaran en consideración la realidad comercial, empresarial y laboral del mundo, el Universo conocido y el sentido común, yo no podría refutarlos.

Este episodio que pasó casi desapercibido, es como ese bultito que aparece casi sin darte cuenta, pero al tiempo lamentablemente el oncólogo te dice que ya fuiste, que no hay marcha atrás ni tratamiento posible.

La “supuesta” protección legal al trabajador sustentada en conceptos hoy perimidos, absolutamente divergentes con el mundo del siglo 21, terminan liquidando fuentes de trabajo en lugar de ayudar a su creación. Si los Sindicatos y los 3 Poderes no se dan un baño de realidad y juntos cambian todas las normas para proteger a muerte al empleado, pero para liberar las formas de vincularse, luego tampoco habrá marcha atrás. Deben aceptar que ya no hay esclavos cosechando algodón, ni niños muriendo en las minas de carbón, y que el nuevo orden del trabajo mundial: “Tanto producís, tanto cobrarás”, implicará relacionamientos particulares sin ninguna otra remuneración que el destajo. Bienvenidos al siglo 21, donde individuos micro empresas y macro empresas pactarán a cuanto compra-venden los servicios con un único pago. Y punto. Habrá un marco legal absolutamente simple y flexible, basado en que el individuo pueda decidir él si quiere considerarse empresa o empleado, y a partir de ahí se terminarán las visiones y normas vetustas y arcaicas.

Si Uber perdiera este juicio en todas las instancias, no dudo que al otro día, todas las aplicaciones se irían por un tiempo de un mercado mísero como lo es Uruguay. Y muchas otras que contratan monotributistas vía teletrabajo, repensarán si es Uruguay el lugar adecuado. De confirmarse esa visión del sistema Judicial uruguayo para estas nuevas formas de vincularse, terminarán empujando a los macro empresarios fuera de fronteras, negándole a la gente la chance de asociarse y al consumidor productos y servicios que son normales en los países racionales.

Y posiblemente las mentes menores ancladas en la revolución industrial, hasta lo consideren una victoria, y una conquista... Pero miles de personas perderán su ingreso de un día para otro. Chau negocio. Chau Uberlandia.

Lo irónico de prohibir esta forma de asociarse empresas hoy (confirmar judicialmente que los empresarios choferes son empleados, tendrá en la práctica exactamente las mismas consecuencias que prohibirlo) es que en 50 o 100 años, cuando los vehículos se manejen solos, sin humanos, ahí sí volverá Uberlandia. Mientras tanto la soberbia y el anacronismo dogmático serán pagados por la gente.

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