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Precisión de Amodio

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En el diario de su dirección, el 17 de enero de este año, en el editorial titulado Locuras juveniles, se dice que “Héctor Amodio Pérez, un tupamaro renegado que fue acusado por los otros de traidor, también se refirió a la toma de Pando, en su reciente visita a Uruguay, algo extendida por una vendetta judicial de sus viejos compañeros de armas. Para sorpresa de todos, en lugar de mostrarse arrepentido por aquella violencia absurda, lo que cuestionó fue la estrategia militar utilizada (ingresar a Pando con un cortejo fúnebre) y dijo que si le hubieran hecho caso a él, el operativo hubiera sido exitoso”.

El editorialista saca de contexto mi análisis acerca de la demora producida en la evacuación de la ciudad, causa del fracaso del operativo, pero en ningún momento dije que si me hubieran hecho caso a mí el operativo hubiera sido exitoso. En el mismo análisis reconozco que la idea del cortejo fue aprobada por todos, con lo que admito mi propia aceptación.

En aras de la verdad tantas veces cuestionada le pido al editorialista que publique el texto de donde extrajo mis palabras.

En cuanto a que no me mostrara arrepentido “por aquella violencia absurda” le recuerdo al editorialista y a los lectores de El País que en fecha 8 de octubre de 2018 concurrí a Pando en compañía de Diego Burgueño, hijo de Carlos Burgueño, muerto en el operativo producido en el año 1969. Mis palabras en ese acto dejaron en claro mi opinión.

Dicha presencia fue mencionada por El País y otros varios medios, por lo que me resulta incomprensible que en estos momentos su editorialista lo ignore. Su colaborador Francisco Faig tuvo la gentileza de enviarme un correo personal sobre el hecho.

Por lo demás, creo que cuando se emiten opiniones sobre hechos producidos como quien dice ayer mismo, fácilmente comprobables y que son tergiversados por puro desconocimiento, no se está trabajando para el conocimiento de la verdad.

De alguna manera, actuando como su editorialista, se le hace el juego a quienes mediante la mentira y la tergiversación de los hechos han mantenido la falsa historia del Uruguay de los últimos 60 años.

Acogiéndome a mi derecho de rectificación, solicito la publicación de esta carta.

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