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La piñata y el centro a la olla

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@|Nadie duda que seguimos disfrutando de una democracia plena donde la libertad de opinión es una de sus principales virtudes.

Hay que valorar ese cruce de ideas que enriquece y estimula el raciocinio de los ciudadanos.

Sin embargo, este intercambio de opinión muchas veces se degrada en las redes sociales donde campea el fanatismo y escudado en el anonimato, aparece el agravio o el insulto soez para desahogo de aquel que, imposibilitado de argumentar, encuentra un ámbito donde volcar sus frustraciones. Se da en ciudadanos de todos los colores.

La obligación de los políticos debe ir más allá de auscultar las redes sociales para ver hacia dónde se inclina la balanza. La obligación de nuestros representantes es tratar de moderar esa intolerancia para optimizar la democracia. Pueden hacerlo perfectamente.

Es evidente que la línea que baja la oposición no contribuye en nada para moderar esos enfrentamientos estilo “barrabrava”.

Es cierto que hay excepciones; opositores que no necesitan argumentar en contra de todo y sin embargo mantienen un perfil claramente definido.
La mayoría, donde se incluyen algunos periodistas y las cúpulas sindicales, está pendiente en tiempo real de cualquier gazapo del gobierno para dar un golpe que cada vez se parece más al juego de la piñata.

Nada más inefectivo que ese tipo de política que, llevándola a términos futboleros, son centros a la olla para que se luzca el defensa. En este caso el Poder Ejecutivo.

Es lo que ha pasado reiteradamente al pretender politizar la pandemia. No sólo lo vemos en el ámbito político. En esos debates televisivos estamos hartos de ver “la paliza verbal” que se llevan aquellos que repiten las consignas o quieren sostener la línea que bajan algunos referentes de izquierda.

Una oposición creíble no es tratar de tomar distancia de todo lo que hace y dice el gobierno; es hacer balance de una gestión para proponer otra mejor.
Lo otro, es como el efecto del aire acondicionado, recircular el aire que ya hay; o sea, convencer al convencido, radicalizar al radicalizado, exacerbar aún más al camisetero.

Eso (deberían haberlo aprendido bien) no conlleva al crecimiento.

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