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Pensamientos a futuro

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@|A inicios de los ´50, la maestra de 5° de escuela hablaba de las bondades del cooperativismo para el país; una suerte de beneficio ante la falta de ocupación laboral y un no a las importaciones. Hecho similar acontecía en la Argentina de Perón. Ideas atrayentes, afines a crear trabajo, no observando el camino que se transitaba: un país estancado en la posguerra, a quien se le habían cercenado los destinos de sus productos de exportación; donde los beligerantes establecían, desde lejos, las cotizaciones de estos insumos, una continuación del legendario Commonwealth.

Mientras, aquí, sin ideas políticas para hacer el viejo trabajo eficiente, productivo, ante la competencia comercial. Éste coexistía junto a otro problema más grave: la falta de progreso en el universo intelectual. Y ni qué decir de la Escuela Industrial del momento, enclaustrada en el pasado; dando una vaga explicación a esas ideas cooperativistas, con el trabajo grupal, pero, sin calificar la tarea. Visiones con raíces en la revolución rusa y sus ideas comunitarias, promovidas por gente llegada de esos pagos, donde pululaban los trabajos esclavos.

Claro inicio de lo que devendría en las contiendas sindicales, rastreando el poder en lugar de orden y superación económica y social.

En esos tiempos, en Paysandú se trabajaba con fervor en las PAY industrias. Esperanzas abiertas a la industrialización de los bienes nacionales: lana, cueros, cervecería, producción azucarera. Proyectos impulsados y fundados por capitales nacionales. Por consiguiente, la idea y el brío prometedor vino de la mano privada, a fin de explotar los bienes venidos de la tierra. Pero desplomándose por los eternos dilemas nacionales: no educación ni formación técnica, falta de rendimiento, no compenetración con el trabajo, carencia de actualización y desarrollo donde la competencia extraterritorial hizo estragos. Terreno aprovechado y habilitado para el crecimiento desmedido de los gremios, factores del ulterior decaimiento laboral con los resultados conocidos.

El conjunto, sin ánimo de revertir sino a inducir, produjo el declive del polo industrial creado, en un marasmo que explica lo sucedido, en el cual, el sindicalismo mal usado, participó con el resultado esperado, el empobrecimiento de Paysandú; sin la instauración del cooperativismo productivo que tanto se añoró, pero, utilizado a otros fines.

Esta perspectiva de lo transitado, pretende alertar de las consecuencias que trae la inacción y el sucumbir a ideales extranjeros, quienes solo han dejado desgracias a quienes han dominado.

Mientras, la educación intelectual es la herramienta precisa permitiendo al hombre decidir su conducta, mejorando su competencia en el orden elegido, no el que le sea impuesto, para acceder al mañana con libertad personal, laboral y capacitación necesarias para el cambio. Son instrumentos ineludibles para el progreso.

Hay que implementar con urgencia los cambios en la enseñanza respetando la libertad de trabajo, sin repetir los errores del pasado.

¡Uruguay puede avanzar! Tiene las herramientas.

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