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Pensamientos dolorosos

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@|La forma en que mayoritariamente tratamos a los menores, los enfermos, los delincuentes y los mayores califica quienes somos como sociedad. Quienes son el futuro, los carentes de libertad, de salud y los que transitan la etapa en la cual todos estaremos, pautan nuestra calidad de vida. Si nos atenemos a los resultados visibles: ¡es muy lamentable! Es alarmante los bajos niveles de atención que se constatan.

Los elegidos para suplantarnos no cumplen satisfactoriamente con el rol que les asignamos. La instrucción Primaria y Secundaria no responde a las demandas culturales y laborales de hoy y menos al de mañana.
Las cárceles no liberan ciudadanos aptos para reinsertarse, sino que destruyen las esperanzas de restituirlos. 

Salud Pública tampoco devuelve la calidad de vida que se perdió.
La falta de valoración de los adultos mayores es vergonzosa. 

Los gobiernos suman impuestos. Pero los resultados no se corresponden con lo recaudado. Se comprueba que no es un problema de cantidad sino de calidad. No de falta de recursos sino de mala administración de los insumos; incapacidad para elegir la mejor solución o desconocimiento de los adecuados operadores.

Tal parece que los elegidos no se preocupan de las funciones acordadas sino de los réditos del poder.

Si las obras cuestan mucho más de lo normal o hay malversaciones no importa, el pueblo paga. Creen que no se sabrá, pero sí se sabe. Las mentiras políticamente correctas surgen espontáneamente. Mientras tanto se han perdido: lo gastado y el resultado buscado. Una gestión bien ejecutada no es un gasto ni tiene costo. Su impacto social es superior a cualquier consideración económica.

¿Por qué el ejecutivo de una empresa pública -estatal o municipal- no reconoce estas simples premisas?

¿Por qué los partidos políticos no se dan cuenta que tanto va el cántaro…?
Las reacciones de pueblos lejanos y vecinos, ¿no les han enseñado nada?

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