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Una pena...

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@|Una vida más que se va en esta pandemia. Como tantas otras. Antes y después. Tantas.

Pero esta muerte no fue igual, esta muerte no fue por coronavirus, no fue de hambre, frío, ni fue por ajusticiamiento.

Esta muerte fue natural, fue esperada y esperable. Enmarcada en una existencia signada por el escándalo y la explotación mediática. Fue la muerte anunciada de un futbolista como pocos, un genio con la pelota, el mejor, para muchos.

¿Y qué más? No hay nada más. Sólo eso.

El problema es haber querido más, hacer de Maradona un filósofo, un consejero, un ejemplo, un Dios. No señores, Maradona era un futbolista, un genio haciendo lo que sabía hacer, jugar al fútbol. Capitán, referente y ejemplo dentro de la cancha. Fuera de ella, no había nada más.

Fue el producto de la ausencia de líderes reales, la explotación de personajes populares con delirios de una grandeza inexistente que los endiosa y los condena a una vida recortada y casi siempre infeliz.

La pobreza en la niñez, no es la culpable, ni la falta de educación, ni la droga y mucho menos el destino. El problema es la ausencia de referentes, el rodearse de buitres disfrazados de palomas. Gente sin escrúpulos que se cuelga de la fama y enreda, contagia y engulle sin piedad a los que se consideran tristemente “vivos”. Son el centro de intereses millonarios que mezclados con política suelen ser la dinamita que explota lamentablemente en manos de los más novatos.

Argentina está llena de buenas personas. Lamentablemente, las malas hablan más y copan los medios. Me duele Argentina, me indigna su declive, me revelan sus ídolos y me enfurece la indiferencia de muchos.

Murió Maradona, quiera Dios que por fin, descanse en paz.

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