@|Otra vez, paros en la enseñanza.

Es cuestión que la población tome consciencia y analice el daño que se comete en aras de intereses tendenciosos y mal entendidos. Donde el destinatario que sufre el quebrantamiento es la comunidad, afectando a los jóvenes, quienes pretenden formarse, recibir conocimientos en lugar de ser pasto de los injustos.

Los grupos afines a desestabilizar la actividad nacional no entran en razones en evaluar los perjuicios que ocasionan, más en un momento como el que se vive, socavando el pilar de la enseñanza jaqueada por la pandemia y antes por otros intereses.

Esperemos, pero no mucho, que se reviertan estas medidas atentatorias que atacan el porvenir nacional. No es necesario mencionar el desastre perpetrado, que está avalado por estudios analíticos de la formación intelectual nacional.

Un claro ejemplo es el nivel de desarrollo intelectual de programas que llegan al público por los medios, en especial televisivos. Demostrado, al retroceder varios escalones a fin de atender una audiencia de menores niveles de formación intelectual, en este caso.

La postura ha trepado e hincado profundamente en la escala social, lamentablemente, llegando a ser rechazados expedientes por los graves errores de grafía que los vuelve ininteligibles. Situaciones como éstas están denotando la incapacidad de leer y comprender, lo que lleva a enfatizar que esta incapacidad es un tremendo problema, si es que queremos un Uruguay del siglo XXI y no del XIX. Porque, por más tecnología que haya, si no se sabe leer correctamente, no se interpreta, por tanto, el error está a primera línea y sus resultados serán frecuentes e inexcusables, explicando por qué no se halla personal capacitado.

El tiempo es tirano y el aprendizaje es la base del progreso. Tendría que considerarse una emergencia para la salud mental nacional, ya que, la pérdida de tiempo es un elemento a no tolerar por todo lo que pierde la Nación.