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La pandemia favoreció al gobierno

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@|“¡La pandemia del Covid-19 favoreció al gobierno de Luis Lacalle Pou y prolongó su luna de miel!”.

Este es el argumento central de una empresa consultora de la opinión pública, para justificar o explicar el alto grado de aceptación que va teniendo a nivel popular. Parece mentira, pero a esta percepción simplista de las cosas se le suele llamar ciencia y estudio sociológico, con presentaciones alambicadas y de alta expectativas, incluidas. Veamos cuan falso y sesgado es este argumento.

En primer término, parte de un supuesto imposible de probar, como es la intención de quien adhiere a la gestión del actual presidente, esa que anida en la reconditeces del alma y que no admite interpretaciones lógicas. Es la convicción moral y su única explicación sería: “adhiere porque adhiere”. Lo demás sería pura especulación, teñida de subjetivismo.

En segundo lugar, dicho argumento supone que, de no haber existido la pandemia, el grado de aceptación de este gobierno sería otro, por supuesto menor, toda vez que aquella los favoreció. Cualquier otra circunstancia, no habría incidido positivamente en su valoración. Y seguimos en el mundo de las suposiciones.

Viene luego el remate obvio a tan osada argumentación: hay que esperar que el elevado nivel de aceptación que tiene la gestión del presidente Lacalle Pou empiece a decaer, siendo la única interrogante cuándo esto sucederá, argumento que luego entronca su autor con el gobierno de Mujica, en un desatino total. Porque comparar este gobierno con el de Mujica es confrontar magnitudes inconciliables. Son el día y la noche. Uno fue pura improvisación y grosería, el otro es un emporio de acciones bien concebidas y de un virtuosismo en la gestión que solo merece plácemes.

Lo que no se advierte, quizás porque estas consultoras no pueden ocultar su partido tomado, es que lo que hubo en el país fue un cambio total, que vino un tiempo nuevo, bien perfilado, hasta en la estética visual que proyecta el gobierno de Lacalle Pou. Ahora hay juventud, dinamismo, pensamiento fecundo, transparencia, diálogo permanente con el pueblo. Y esto es lo que la gente ve día a día y lo valora como el advenimiento de un nuevo tiempo, no obstante los embates pérfidos del sindicalismo comunista, que aún no asimiló que ya no es más un apéndice del gobierno.

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