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La pandemia y sus efectos

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@|Estamos en medio de una pandemia que, de lejos y muy duramente, nos demuestra que nuestras seguridades eran limitadas y que cada paso para salir cuesta más que el anterior y menos que el siguiente.

Y esto no es una frase ingeniosa. Es la realidad que nos golpea y asusta. Y por eso mismo nos mueve a buscar otras garantías que ayuden a sentirnos de nuevo protegidos. Es parte de la naturaleza y por cierto razonable.

Queremos la seguridad de no perder trabajos y salarios, mientras vemos como todo cambia y amenaza con mayores riesgos. Todo esto es cierto. También es cierto que debemos buscar cómo superar la situación encontrando salidas que de verdad superen esta problemática.

Pero para eso hay que tomar en cuenta, con sinceridad, dónde estamos parados y dónde están los obstáculos a superar, para no chocar con ellos y sumar más desencantos.

Habrá que renunciar a parte del salario para que haya inversiones capaces de abrir fuentes de trabajo y eso devuelva puestos perdidos y cambios en los aspectos que causaron las pérdidas.

Sin empresas no hay trabajadores, se ha dicho. Y es verdad. Y sin capacidad de colocar la producción en las condiciones de calidad y precio adecuadas no habrá ventas y sin ellas tampoco salarios y ganancias e impuestos.

En estos días hay convenios que no se quieren firmar porque no aseguran empleos, hoy en seguro de desempleo. Pero si las medidas profundizan los problemas de las empresas y de los consumidores, sean estos pasajeros o clientes, las conductas en lugar de apuntar a lograr lo que se pide van en el sentido opuesto y aumentan los problemas.

Por otra parte, los funcionarios públicos no quieren oír hablar de rebajas en el salario real y argumentan que eso se les aseguró antes de las elecciones. Olvidan justo que esta situación es muy distinta a la que se asumió ese punto.

Y peor aún, no quieren comprender que si cae el PBI y aumenta el déficit, el tema no va a ser el salario real sino liso y llano el trabajo y el salario.

El Estado y el gobierno no inventan ni la riqueza ni el dinero. Pueden facilitar la primera y dar valor constante al segundo, sólo si la economía lo hace posible por la creación auténtica de trabajo y producción que tengan base en la inserción en el mundo que justo es lo que hoy es el enorme problema.

Marchas, declaraciones, huelgas y cortes de servicios sólo harán más problemática la salida.

Si la actividad privada no logra funcionar razonablemente, el país entero va a sufrir mucho más la pandemia y sus efectos.

Y peor aún, los funcionarios sin recaudación de impuestos y demás, tampoco tendrán ingresos por salarios reales o de cualquier tipo.

Este es mundo complejo. Lo bueno será que no lo convirtamos en inviable.

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